«Todo será cierto mientras creamos en ello. Así de complicada es la historia de los pueblos, Asier»
Don Manuel ha vuelto. Aunque he de reconocer que en esta segunda parte de «Verdes Valles, colinas rojas», en este «Los cuerpos desnudos», estoy observando al maestro de Algorta excesivamente conservador. Demasiado atávico. Demasiado atado a las tradiciones. A lo mejor siempre ha sido así. No lo sé. El gran descubrimiento de este desenfreno, de este despiporre, de este desparrame literario que es la trilogía de Ramiro Pinilla es Fabi, la hija de Cristina Oiaindia. Igual peco de evidente sintiendo atracción por ella. No lo sé. Quizá, a lo mejor, el personaje a seguir, en realidad, es Roque y lo es del primero de los tomos y del segundo y del tercero. No lo sé. En realidad, el personaje constante es Getxo. Sí, Getxo. Como lo es Baltimore en The Wire. Como lo es Macondo en «Cien años de soledad». Sí, Getxo.
Don Manuel ha vuelto.
PD: la imagen es el cuadro «La aldeanita del clavel rojo» de Adolfo Guiard, obra que se expone en el Museo de Bellas Artes de Bilbao y sirve como imagen de portada de «Los cuerpos desnudos».