Más allá de que ayer me pusiese tontorrón rememorando el 4 de julio de hace seis años, el 4 de julio de 2015, si no recuerdo mal, sonó exclusivamente el «Modern Vampires of the city» de Vampire Weekend en el coche. El domingo, en casa, sonó únicamente el disco de Elia y Elizabeth.
Ayer lunes y hoy martes, he sufrido una fiebre que, por supuesto, derivará en adquisición discográfica. El «Asfixia» de Disco Las Palmeras! me ha atrapado, me ha enganchado y lo he devorado durante estos dos últimos días a través de Spotify. Un pop sucio, desarrapado y descarnado, psicodélico y extremo que emparenta, por momentos, muy bien con sus paisanos Triángulo de Amor Bizarro y que me ha hecho cambiar para bien la percepción que tenía hacia esta banda a la que escuché con alguno de sus trabajos anteriores los cuales, entonces, me parecieron un auténtico turre.
También estos dos días me he dado un par de escuchas más a los madrileños Terrier, practicantes de una especie de punk o una especie de pop que también entronca muy bien con este post que escribió el maestro Holden, pero, como decía, la fiebre se ha quedado en Galicia.
En todo caso, escuchar a estas bandas me ha llevado a reflexionar en modo egocéntrico (claro) y pensar en cómo hace unos años, cuando no parábamos de recibir maquetas de pequeños grupos en la redacción de LFA, pasaba de ellas o me daba pereza ponerme a escucharlos y ahora, sin embargo, me apetece andar descubriendo la escena más, digamos, underground o un poquito underground. Algo que, en cierta forma, resulta un tanto contradictorio desde un punto de vista, digamos, evolutivo. Vamos, que se supone que uno ya no tiene edad para estas cosas y sin embargo… Pues eso.
En fin, que mejor dejo estas diatribas para un artículo más extenso (no, seguro que no lo haré) y vamos cerrando ya esta edición de mi banda sonora de hoy, 7 de julio, día de San Fermín, de 2015, que ya va siendo hora y esta gente seguro que se quiere ir a dormir a su casa.