Me encantan las estaciones de autobús. Y las de tren. Pero no las de trenes de cercanías. Y los aeropuertos. Los aeropuertos también me encantan. Lo que me gusta de estos espacios es la diversidad de personas que se ven en ellos. Siempre hay monjas. Y extranjeros. Y monjas extranjeras. Siempre está todo el mundo como en movimiento, alterado. Momentos y espacios efímeros para esas personas y para quienes les observan. Les observamos. No es que componga historias de esas fugaces vidas que esperan al autocar. No. Me satisface, simplemente, mirarles. Por esto me gustan tanto las estaciones de autobús o de trenes de larga distancia o los aeropuertos.
Me encanta Trainspotting, el libro de Irvine Welsh. Y la película homónima de Danny Boyle. A pesar de ello, no logro recordar cuál era el significado del término. De traisnpotting. Creo que venía a ser algo así como la actividad de ir a las estaciones de tren y, de alguna forma, observar la vidas que laten en ellas. A lo mejor quiero pensar que era eso porque coincide con lo que describía en el primer párrafo. A lo mejor quiero que se dé esa coincidencia. A lo mejor quiero practicar el trainspotting..
Hospitalling. Queda peor. Mucho peor. Es ir al hospital a observar el trasiego de personas, de personal, de pacientes. Pero a un hospital grande, no a un pequeño ambulatorio. En un hospital grande hay monjas. Y extranjeros. Y monjas extranjeras. Y siempre está todo el mundo como en movimiento, alterado, activo. Se multiplican los momentos y los espacios efímeros. Me encanta. Claro, no debería encantarme ir a los hospitales pero, de ir, me gusta practicar el trainspotting, el hospitalling. Qué mal queda. Queda peor. Mucho peor.
El hospitalling es más intenso. Es más emocional. Las estaciones y tal también, pero menos. En los hospitales ves a gente recibir malas noticias. También buenas. Puedes ver a familiares de personas que acaban de fallecer. También a familiares de recién nacidos. En los hospitales ves uniformes, buzos, pijamas y batas. Blanco, lila, verde quirófano. Los celadores son raros. Gente oscura. Puedes ver a una doctora correr aunque no suele ser lo habitual. Puedes ver usar las palas esas desfibriladoras o como se llamen pero, en realidad, esa escena es más típica de la televisión. Puedes ver y oler los menús de los pacientes ingresados. Te esfuerzas en distinguir qué lee el familiar que acompaña al paciente ingresado. Oír a niños llorar en las salas de espera. Y también ver a niños portarse muy bien. El hospitalling da más juego pero el nombre es feo que te cagas.
* No quería pero, al final, he buscado en Google el verdadero significado de la actividad del trainspotting. Era más atractiva la que yo imaginaba. La verdadera me parece una mierda. «Hacer trainspotting es una actividad típicamente practicada en el Reino Unido, consistente en sentarse en elegir una estación de tren y tomar nota de todos los trenes que pasan por allí».
* La fotografía es de David de Haro. Es el hospital de Cruces.