Nicolás ha dormido hoy unas dos horas con nosotros, en nuestra cama. Es la primera vez que lo hace, que lo hacemos. No sé si su presencia ha podido tener que ver en que me haya levantado tarareando la canción «Carrie» de Rusos Blancos.
Día de alertas. Por lluvia, viento y fenómenos meteorológicos propios del invierno. Alerta por invierno. Ante dichas condiciones, hemos retrasado nuestra salida de casa y he puesto el LP de Pic-Nic, el grupo de Jeanette. Me maravilla este disco aunque la lógica (hiper)actividad del pequeño impide que lo haya disfrutado en ese momento como se merece.
Me encanta ir a tomar el café al Síkera. Un bar cálido en su decoración, en el que siempre encuentro el periódico libre y una mesa apartada en la que cabemos perfectamente el carro de Nicolás y yo. Un bar con un amplio catálogo de vinos y una buena barra de pintxos. Un bar que a Holden Caulfield le parece un tanto burgués. Al menos, algo así me insinuó una vez en una conversación en la que llegamos a establecer una suerte de relación entre bares y estrato social. ¿Soy menos obrero por ir al Síkera? Dudas de clase (trabajadora) que espero exponer próximamente en un post.
Que me gusta el Síkera, decía. Además, ponen un taquito de tortilla de patata gratis con el café. Una tortilla – como el resto de pintxos y el menú del restaurante – cocinada, obviamente, por el cocinero. Un simpático tipo que tiene ubicado su lugar de trabajo junto a mi mesa. Un tipo que siempre saluda y que hoy se ha dirigido a Nicolás por su nombre, por su diminutivo. Por Nico. Es un tipo que, además de ser el responsable gastronómico del garito, también se encarga del aspecto musical. Y, en este sentido, también tiene muy buen gusto. Y ese buen gusto es otro de los factores por los que me gusta ir al Síkera. Me gusta el Síkera. Mucho soul: Al Green, Ray Charles, Stevie Wonder. En homenaje al cocinero del Síkera, cuando hemos vuelto a casa hemos puesto el disco «This is my country» de los Impressions, posiblemente mi conjunto favorito del estilo. Nicolás ha estado más entretenido con otras cosas y, por lo tanto, no ha estado pendiente de apagar el equipo o tirar el plato y, así, me ha dejado disfrutarlo. Tanto lo he hecho que lo hemos puesto dos veces.
A la tarde he recibido un correo que informaba que el próximo 6 de marzo sale a la venta el nuevo disco de La Bien Querida. Dicha noticia me ha servido para recordar que su anterior trabajo me pareció interesante y con el fin de corroborarlo (o no) me he puesto ese «Ceremonia» en Spotify. Y sí, no está mal. Pero hasta ahí.
Y esta ha sido la banda sonora de mi 24 de febrero de 2015.