11 de agosto. Mi Banda Sonora.

Entre ponte aquí y estáte quieto y una importante sensación de pereza, no he actualizado mi pseudodiario musical, no he mantenido Mi Banda Sonora. Hoy lo hago por no descuidarlo y para que mi audiencia no se preocupe al respecto pero he de decir que, también ahora, me causa cierto sopor ponerme a ello, no lo negaré, pero, a pesar de ello, tiraré de memoria para recordar algunas cosas que he escuchado en estos últimos días.

Así, volviendo al pasado jueves 6 de agosto por la mañana, escuché en casa el «Parklife» de Blur. ¿La razón? Poner algo, ejem, bailable a Nicolás. El monitor de la piscina de Azagra (ya les contaré si surge), encargado de dar cursos de Zoomba a las señoras mientras refrescaban sus ajados cuerpos, se mostró muy vehemente a la hora de recomendarme que tenía que poner a mi hijo esa música del diablo para que bailara al ver la capacidad danzarina de mi cachorro cada vez que cualquier tipo de sonido emerge de un altavoz. Por ello y quizá influenciado por dichas orientaciones, revisé parte de mi discoteca para finalmente decantarme por el tercer álbum de los británicos. ¿Bailable? No lo sé pero él lo hizo, claro, pero como si le pongo, qué sé yo, a un lobo aullando con una cierta cadencia.

A la tarde, Carlos me invitó a formar parte de unos grupos de intercambio y venta discográfica en Facebook: Blackmanía (sobre música negra) e Iberipop (dedicado a los vinilos de pop español). Diferentes publicaciones en ambos espacios me llevaron a escuchar esa tarde en Spotify «I love the way you love» de Betty Wright y el recopilatorio de Gabinete Caligari «Sombras negras».

El viernes seguí un poco en la misma línea y al ponerse a la venta en Blackmanía el «Zoot» de Zoot Money’s Big Roll Band le eché un vistazo a través de la anteriormente mencionada plataforma de música en streaming. Fantástico ese álbum en directo. Creo que me tengo que hacer con él. Esa tarde también escuché el capítulo que en El Sótano de Radio 3 dedicaron a los Small Faces. Magnífico programa. Después, le di una primera escucha (y creo que última) al nuevo trabajo de Tame Impala, «Currents». Insultantemente pretencioso.

Sábado. El sábado a la mañana pusimos un LP recopilatorio de Slim Harpo. Dicha audición dio como fruto un magnífico vídeo de Nicolás bailando maravillosamente bien la música salida de este «The best of Slim Harpo». Es tan bueno el vídeo que lo he compartido de forma privada con muchos familiares y amigos y muy tentado he estado de hacerlo más público a través de las redes sociales e incluso hasta de subirlo a Youtube pero, afortundamente, he controlado la pulsión. Por lo demás, se acabó quedando una mañana muy modernista y después de Harpo, pinchamos el «Oh Baby!» de Big John Patton.

El fin de semana lo acabamos en Castro y en el coche el protagonismo musical se lo llevó, fundamentalmente, el primer disco de los Stone Roses. Ayer lunes, por ir acabando ya, descubrí que Vetiver habían editado un nuevo disco este 2015, titulado «Complete strangers» el cual, en una no excesivamente atenta primera escucha, no me dijo mucho.

Por lo demás, tanto ayer como hoy, mucha radio y muchas listas de reproducción en Spotify sin que de nada de ello extraiga nada especialmente reseñable.

Y sí, para ponerme a escribir esta sarta de contenidos intrascendentes con una gran galvana, me ha quedado un ladrillo bastante ganso, la verdad, pero es lo que tiene tratar de contaros mi banda sonora de los días 6, 7, 8, 9, 10 y 11 de agosto de 2015. Mi más sincera enhorabuena si has llegado hasta aquí.

PD: la canción que acompaña el post es «Tip on in» de Slim Harpo y sí, es la canción que tan fantásticamente bien baila mi niño. Y no, no insistáis, no voy a subir el vídeo a Youtube.

11 y 12 de febrero. Mi banda sonora.

Hasta el día 11 sin banda sonora o, dicho de otra manera, sin escuchar disco alguno, canción alguna. Una rutina demasiado intensa basada en la asistencia al hospital para acompañar al padre, cuidar de Nicolás y otros quehaceres para los que no me he esforzado – porque, realmente, si hubiera querido, supongo que habría sacado el hueco para ponerme unos auriculares – en escuchar música. Sí me levanté el martes 10 con un tema en la cabeza («Good nough» de Dodgy) pero no me llegué a poner el disco correspondiente y me conformé con anotarlo en mi libreta para que ahora aparezca reseñado aquí.

Ayer dieron el alta a mi padre. Bueno, más bien le han mandado a casa a seguir recibiendo la misma atención que recibe en el centro hospitalario pero en el domicilio. Qué duda cabe que está mejor ahí. Una novedad que nos vuelve a acercar a todos a la rutina. Una novedad rutinaria. Curioso. Había que ponerse un disco para celebrarlo. Un disco para retomar la rutina de mi banda sonora. «Revolución solar» de Charades. No preguntéis por qué ya que de revolucionario había poco.

Esta fue la banda sonora de mi 11 de febrero de 2015.

Zafarrancho de combate doméstico. Limpieza general. Ana, Nico y yo. Y el «Sunbathing animal» de Parquet Courts de fondo. Mola. Luego cogí el coche para ir a ver a mi padre. El «Lonerism» de Tame Impala para la ida y para la vuelta. Espanto, de nuevo, en Spotify para ir a currar. Y el resto de la jornada escuchando playlists de la mencionada plataforma o, más bien, actualizando sin parar una en la que pretendo recoger toda la discoteca de mi casa. Ya os la compartiré.

Y esta ha sido la banda sonora de mi 12 de febrero de 2015.