Cosecha 2017. Las Canciones.

Dejémonos de extensos preámbulos. Ya sabemos todos de qué va esto. Es diciembre y en este mes no eres nadie en la red si no compartes tus listas. Y nadie quiere ser nadie. Tus listas de cosas. De discos, de libros, de películas. De lo que sea. Hoy tocan las canciones y, en este blog, es novedad porque en las cosechas de los años anteriores no las listé. Esta vez lo hago porque este 2017, desde el lejano mes de enero, he ido recogiéndolas. A finales del presente curso acumulé una colección de 172 temas. Hace escasos días hice una criba y de dicha cifra, me quedé con 53. Hoy, para empezar la retahíla de Listas Tontas que coparán los contenidos de este sitio en los próximos días, hago este top ten, pero dejando abajo las 53 antes citadas.

Bienvenidos y bienvenidas pues a mis cosechas 2017. La amenaza queda ahí: habrá más.

BIZNAGA: una ciudad cualquiera
HAVOC: Siberia
TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO: Vuelve conmigo a Italia
THE CHARLATANS: Let’s go together
SAINT ETIENNE: Underneath the apple tree
PETER PERRET: An epic story
ST. VINCENT: New York
THE LUNAR LAUGH: Living a lie
SLOWDIVE: Star roving
STONE FOUNDATION: Your baloon is rising

https://open.spotify.com/user/lucce_lfa/playlist/7CplKVT8m5BGKj7o979EFq

Las Fiebres Musicales de junio (y II)

Ocho son las canciones que componen el chart de junio en Cienfiebres, seleccionadas de un total de 18 guardadas. Espero sean de vuestro agrado.

MODERN COSMOLOGY: The Berlin Friend.

Ya comenté, a principios de mes, que siempre es bien recibida la noticia de que la señora Laetita Sadier esté de actualidad por alguna novedad musical. En esta ocasión, el nuevo proyecto de la artista gala lleva por nombre Modern Cosmology (editado por Elefant) y surge de la alianza que ha fraguado con el combo brasileño Mombojó a raíz de una visita que la ex Stereolab realizó al país americano o algo así. De esta fusión, Modern Cosmology ha parido un EP titulado «Summer long» en cuyas cuatro canciones podemos reconocer el habitual tono introspectivo de los últimos trabajos de la Sadier, pero también podemos intuir las influencias tropicales de Mombojó, con claros y deliciosos guiños a la bossa (ese «Power of touch» maravilloso), preciosistas arreglos y, por supuesto, algún que otro deje kraut como el que se puede apreciar en la canción propuesta aquí, «The Berlin friend».

SAINT ETIENNE: Undernetah the apple tree

Sasint Etienne meets Northern Soul. La canción del mes. Maravilloso hit. Los londinenses se empeñan en hacer bailar al respetable con su sofisticado pop electrónico o marcándose este revientapistas negroide que es una absoluta maravilla. El resto del disco en el que aparece esta canción, titulado «Home counties», es un muy buen álbum pero, en mi opinión, esta gema, noveno corte del mismo, sobresale sobre el resto. Hoy es viernes: dale al play.

IRON & WINE: Call it dreaming.

Sam Beam vuelve. Lo hace con un nuevo disco, titulado «Beast Epic» que saldrá a la venta el próximo 25 de agosto y del que ya hemos podido disfrutar de un precioso adelanto, este «Call it dreaming». Y como casi todo lo que toca este hombre, es una auténtica preciosidad de pop-folk americano, soleado, evocador y optimista. El vídeo que lo acompaña también lo es (esa furgoneta a la que todos nos queremos subir, sobre todo cuando estamos un poco perdidos) y, con todo, sólo nos queda esperar a la fecha anteriormente mencionada para corroborar que su nuevo disco seguirá por estos magníficos derroteros.

PETER PERRET: An epic story

Otro regreso, éste muy celebrado por los mitómanos: Peter Perret, quien fuera alma máter de The Only Ones, vuelve a la actualidad con un disco en solitario que lleva por título «How the West was won». El tema seleccionado, «An epic story», suena nuevaolero total, o sea, algo así a lo que debió hacer junto a su banda a finales de los 70, lo cual, por otra parte, no puedo aseverar y, por tanto, me apunto un debe para este mes de julio: conocer un poco a esos Only Ones. Si abundan los temas como esta canción, doy por segura una fiebre.

FRÀNÇOIS & THE ATLAS MOUNTAINS: Bête Morcelée

Ahora que algunos de mis conocidos y amigos se hallarán en el monte Kobeta asisitiendo al BBK Live o en el Madcool de Madrid o incluso los que estuvieron hace unas semanas en el Azkena de Vitoria, pienso que, en principio, el único festival que voy a visitar este año va a ser el Kutxakultur de Donosti, allá por septiembre. Un plan guapo: amigos, casa con piscina y algunos conciertos de bandas que me apetece ver (Jesus & Mary Chain, The Hives, Divine Comedy, claro, etc…) A tiro hecho, sin preocuparme de descubrir cosas nuevas porque sé que, al final, festivales de este tipo, no suelen ser los contextos más propicios para ello aunque a veces ocurra. Lo que sí puedo hacer es escuchar algunos de esos nombres ignotos para mí que, en este caso, componen el cartel del evento donostiarra. Entre ellos, hace poco degusté a los franceses Frànçoise & The Atlas Mountains… y bueno, su último disco, «Solid mirage», me pareció un poco peñazo, un tanto pretencioso… pero de él rescato este pildorazo de poco más de minuto y medio que, mira, esta sí, me conquistó lo suficiente para traerla hoy aquí. Ya veremos si tenemos la oportunidad de catarlos en directo o no.

THE MOLOCHS: You and me.

A mí porque me han dicho que esta gente son contemporáneos que si no, escucho esta canción, «You and me», y apostaría por un grupo de la costa oeste americana (de ahí provienen, eso sí) del año 68 o así… Rock luminoso, clásico, con regusto psicodélico, elegante y adictivo… esta canción es una preciosidad que me va a llevar, sí o sí, a degustar el resto del disco, «America’s velvet glory» del que todo el mundo habla maravillas.

ANGEL STANICH: ¿Quién ha elegido muerte?

Único tema cantado en castellano cervantino que se cuela este mes entre mis fiebres. El honor se lo lleva el señor Ángel Stanich, artista que sigue ampliando su perfil canción a canción y destacando gracias a su forma de traer a su terreno el rock americano, a su peculiar estilo y a sus afiladas letras, en este caso con varios recados a la clase política global. Este tema, con todo, forma parte de un nuevo EP que Stanich ha sacado y que lleva por título «Siboney». Un nombre y apellido que, como ya ha venido demostrando, no hay que perder de vista.

MATTHEW SWEET: Trick

Otro de esos nombres y apellidos consagrados y venerados, en esta ocasión, por los seguidores más acérrimos del power-pop. Matthew Sweet, como digo, rutilante estrella a principios de los 90, regresa a la palestra con un nuevo álbum tras seis años de silencio: «Tomorrow forever» que se abre con este cañonazo que es «Trick», llamado a convertirse en himno para todos aquellos que gustamos del pop de guitarras.

Las fiebres musicales de febrero (I)

Este mes he usado libreta y todo. Al menos, lo he hecho cuando he caído en la cuenta de que me subía la fiebre con algún artista, canción o disco. Es que, si no, luego baja (la fiebre) y me olvido. Bueno, paso a contaros. Y no, para los que insistentemente me preguntáis por mi futuro programa de radio anunciado el mes pasado, de momento no está en antena ni hay perspectiva de que esto vaya a variar en breve. Yo ya os aviso, si eso. Tranquilos. Lo de «si eso» me parece algo fantástico. Hechas las presentaciones…

Me di cuenta mirando la estantería de la sala en la que, entre otras cosas, coloco algunos libros, que uno de los que me trajeron los Reyes Magos fue el Club 45 Again de Alejandro Díez, aka Cooper. Y revisarlo (es un libro de consulta) me llevo a revisar su predecesor, ponerme algunas de las canciones que en ellos aparecen y descubrir o redescubrir un tema que me enfebreció de forma brutal y que entró en el olimpo de mis canciones favoritas: «I Feel a whole lot better» de The Byrds. Una gema de un disco clásico al que nunca había prestado excesiva atención, cuenta que ha sido saldada en estas semanas. La mayor febrícula musical de febrero sin lugar a dudas.

En el CD del número de enero de la Rockdelux ha habido un tema que me ha conquistado. Es «Opposite house», cuarto corte del disco «Mangy Love» de Cass McCombs, editado en 2016. Una canción preciosa, delicada, con una ejecución deliciosa y unos devaneos entre la canción de autor y unos guiños negroides que le deshacen a uno. Con estos calificativos, como podéis imaginar, no quedaba otra que escuchar el álbum entero y lástima que lo haya descubierto en 2017 porque si no a buen seguro que habría entrado en lo mejor de mi cosecha personal del pasado año. Y eso, esperando a que el LP se ponga a un precio más razonable.

Creo que en ese mismo número, el de enero de la RDL, leí una crítica a la reedición del «Foxbase alpha» de Saint Etienne que me llevó a recordar lo que la señorita Cracknell y compañía nos gustan a la dueña y a mí. Y, con la tontería, nos pasamos una tarde divertida, en casa, los tres poniéndonos las canciones del recopilatorio de singles, del «Finisterre» o del «Words and music» y preguntándonos, como casi siempre que suenan Saint Etienne, por qué no han tenido más impacto o repercusión comercial y, posteriormente, contestarnos y contentarnos con que, mira, casi mejor que sea así.

Fue escuchar El Sótano del día 8 de febrero, dedicado a los 50 años del «Something else by The Kinks» y escuchar, por tanto, la revisión que diferentes artistas han hecho para conmemorar dicho hito y desplazarme un par de días después a la Librería Cámara de Bilbao para hacerme con un ejemplar de la revista Mojo, responsable de dicho homenaje en forma de CD, disco que, obviamente, acompaña a la publicación británica. Y ha sido, por tanto, degustar esas versiones y revisar, claro, el disco original de los Davies y concluir, en pleno modo cienfebrista, que este es el mejor disco de los Kinks y uno de los mejores de la historia.

La siguiente fiebre es cojonuda. Os pongo en situación: yo, en clase de euskera. Un tanto aburrido, lo admito. Y de repente Marga, la irakasle (profesora) pone, con el fin de ejemplificar no sé qué, el tema «Zaude lasai» de Mikel Laboa. Yo despierto de mi sopor. Y le pregunto, en euskera, of course, que qué es eso. Y me lo indica y me dice a qué disco pertenece (el «Bat hiru») y yo me digo que debo escucharlo (y lo he hecho, joder que sí lo he hecho) y pienso que hemos tenido a un Lou Reed donostiarra y empiezo a entender por qué tanta gente, de muy variados palos, tiene tanto respeto a esta figura. Alucinante el disco este.

Y el final de mis fiebres del mes o el final de mi banda sonora de febrero es predecible para quien me conozca un poco. Como ya anuncié el mes pasado, Teenage Fanclub, una de mis bandas favoritísimas, visitaban Bilbao y lo hacían o lo han hecho colgaando el Sold out en el Antzoki y ofreciendo, en mi opinión, un maravilloso concierto. Y remarco lo de «en mi opinión» porque he leído unos cuantos comentarios por ahí de quejas ante el sonido del bolo y demás. Y sí, es muy probable que fuese así. Yo, de hecho, a no ser que sea algo flagrante que haga sangrar los oídos, admito no tener muy desarrollada dicha capacidad de detección de defectos sónicos y, además, para mí todos ellos quedaban absolutamente sepultados ante el apabullante y mágico setlist que los escoceses ofrecieron. Unas canciones que ya empiezo a pensar que ya no es que hayan conformado la banda sonora de mi mes de febrero sino que las canciones de Teenage Fanclub conforman una importante parte de la banda sonora de mi vida. En fin, que salí muy emocionado, que sigo muy emocionado (y eso que es la cuarta vez que les veo) y que esta emoción ha provocado que del viernes aquí haya tenido importante ración diaria de guitarras, melodías y pop de orfebre. ¡¡Los putos amos!!