“Cambiar cómo hablamos es cambiar quiénes somos”.

Me he leído el libro «Antisocial. La extrema derecha y la libertad de expresión en internet», del periodista de New Yorker Andrew Marantz y editado por Capitán Swing. Me ha gustado mucho. Un ensayo periodístico muy interesante que propone un recorrido que parte de la tecnoutopía y la ingenuidad de los precursores de los medios sociales, que acaba degenerando en herramientas que comparten todo lo que genere emociones activadoras e interacciones (lo que da pasta), hecho que aprovechan muy bien determinados grupúsculos para vender sus hediondos discursos y que acaba con consecuencias que tienen su repercusión en la vida real (Trump, por ejemplo). También Marantz señala alguna que otra clave para luchar contra esto, fundamentándose principalmente en la máxima que da título a este post y que también encabeza la reseña que he realizado (mucho más extensa) en EducaBlog y que, obviamente, os invito a leer en este enlace.

Por lo demás, sirva esta entrada, además de para promocionar dicho artículo en nuestro blog sobre Educación Social, para complementarlo con fragmentos o citas subrayadas en Antisocial y que no he incluido en la reseña de EducaBlog, pero que, sin embargo, me parecen lo suficientemente interesantes como para compartirlas también con la audiencia de cienfiebres.com. Las comparto, eso sí, de forma literal, sin comentarios adyacentes por mi parte.

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Un diálogo sobre el décimo aniversario del 15M

Se cumplen 10 años hoy del 15M, aquel movimiento ciudadano que surgió con un supuesto punto de espontaneidad con el fin de mostrar el malestar hacia la clase política, de reclamar una democracia real (sic) y de revertir las condiciones derivadas de la crisis socioeconómica que en aquel momento, 2011, golpeaba a España y a otros países de nuestro entorno.

A raíz de esta efeméride, proliferan los análisis, los textos, los especiales y demás producciones en torno al 15M y aquí, en Cienfiebres, no íbamos a ser menos. Para ello, me vais a permitir que el formato elegido sea una especie de transcripción o adaptación de una tertulia del Derby* surgida en los pasados días, a la que he tenido acceso y en la que, a mi juicio, emergieron elementos muy interesantes.

Imagen de la concentración en Bilbao del 15 de mayo de 2011.

DERBYTARRA 1: ¿Tuvo el 15M un enfoque clasista?, ¿acaso no se ha de considerar como tal que las voces de universitarios quejándose por tener que aceptar empleos inferiores a su cualificación no son, en realidad, una lucha por el acceso a puestos más altos en la jerarquía socioeconómica?

DERBYTARRA 2: Creo que esas críticas son porque veis el 15M como algo de izquierdas y, al principio, no se suponía que lo fuera.

DERBYTARRA 3: No creo que la cosa del 15M fuese romper con el modelo de sociedad. Más bien era romper con el modelo político viciado y corrupto. Pero de ahí a cambiarlo todo… no sé yo. Así lo vivi yo, al menos, al principio. Me imagino que cuando era transversal habría de todo, todo legítimo.

DERBYTARRA 4: Yo tengo la impresión de que ahora dar caña al 15M va a ser tendencia, quizá porque se convirtió en algo así como mayoritario y que, para más inri, fue fagocitado por la política tradicional. Aún así, guardo buen recuerdo de todo aquello, de aquellas semanas. Pero confesaré que leo el nombre de la plataforma aquella, Democracia Real Ya, y suena un tanto antiguo y trasnochado.

D2: Los de DRY siguen por ahí, pero ahora es más Izquierda Real Ya. Quizá siempre lo fue.

D3: A veces pienso que me lo he inventado, que nunca fue así. Pero yo nunca había visto nada tan transversal. Había de todo. Seguramente esto dentro de unos años no se lo va a creer nadie. Casi siento lo mismo que creo sentir cuando trato de recordar el espíritu de la época hippie en los USA que no viví.

D2: Lo que más recuerdo que lo motivó fue la aprobación de la Ley Sinde, en Semana Santa, a traición. ¿Os acordáis vosotros de más sobradas políticas de entonces?

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LA FIEBRE. Los Hunos y los Hotros.

Miguel de Unamuno dirige una carta el 27 de noviembre de 1936, en plena Guerra Civil española y poco tiempo antes de su muerte, a Francisco de Cossío, periodista y académico con el que mantenía amistad, en la que, a modo de desahogo, expone su desazón por todo lo que se vive en España en esas aciagas fechas. En dicha misiva, califica a los contendientes como los Hunos – los rojos – y los Hotros – los blancos – (sic).

No es mi intención imitar al intelectual bilbaíno, ni mucho menos, ni creo que, a pesar del lenguaje belicista que se está produciendo estos días en torno a LA FIEBRE, esta situación se corresponda con la que reinaba entonces. Pero, a pesar de ello, sí quiero aprovechar esa expresión de los Hunos y los Hotros para desahogarme como Unamuno respecto a nuestra clase política. Una clase política sobre la que uno pensaba ingenuamente que sabría estar a la altura de las circunstancias en momentos como los que vivimos pero que, sin embargo, una vez más vuelve a decepcionar.

Una vomitona que no irá a ningún sitio para denunciar como Hunos son incapaces de asumir o reconocer errores o de ejercer un mínimo de autocrítica, jugando con el lenguaje o con los datos para edulcorar la tragedia; o como los hotros no ven más allá de la obtención de réditos políticos ante los que no dudan en valerse del dolor y de los muertos; o ver a los hunos preocupados por no perder comba y protagonismo en la poltrona, mostrando, en consecuencia, una preocupante falta de coordinación tan necesaria en momentos como éste; y a los hotros con su deleznable actitud cizañera, agresiva y destructiva que poco contribuye, a mi modo de ver, a sosegar a un pueblo que, ahora más que nunca, lo que necesita es que le transmitan un poco de calma; también están los hunos que enarbolan, una vez más, una bandera, su bandera, haciendo hincapié en sus hechos diferenciales como si el jodido bicho reparase en diferencias; y los hotros incapaces de dotar de medios suficientes a las y los profesionales que nos tienen que sacar de ésta, medios de protección y recursos para que se priorice la ciencia, y lo que es peor, que no asumen ese déficit y encima señalen a los propios afectados.

En fin. Que igual exagero y me he calentado mucho. Que igual, si me esfuerzo, otro día puedo escribir algo parecido rescatando solo las acciones positivas que realizan los hunos y los hotros. Pero hoy me sale esto. Será LA FIEBRE, que nos tiene a todos un poco a flor de piel. Y también será que la enésima decepción de nuestros políticos me ha hecho vomitar así en Cienfiebres. De hecho, para rematar la pota, traslado aquí un fragmento de la carta de Unammuno a la que me refería al principio:

Y así, entre los hunos y los hotros están ensangrentando, desangrando, arruinando, envenenando y – lo que acaso es peor – estupidizando a la patria.

PD: hoy va mi dedicatoria a todas las personas de la sociedad civil que a través de oenegés o asociaciones o clubs o lo que sea sí se están partiendo el lomo para ayudar a sus iguales en esta situación.

Barakaldo, 17 de abril de 2020.

* ¿La imagen? de mis Paredes que Hablan.

Reflexiones a vuelapluma sobre Educación Social y Política. Incluye extras.

Escribí el pasado 4 de diciembre un artículo en EducaBlog titulado «Reflexiones a vuelapluma sobre Educación Social y Política» que versaba, atención, sobre Educación Social y Política. A ver si te vas a meter en un berenjenal, me dije. Pero no ha sido ni fue para tanto. Al fin y al cabo sólo me limité a exponer lo siguiente:

1.- Hay políticos de VOX con el título en Educación Social.
2.- La Educación Social es una profesión muy ideologizada y esa ideologización cojea, generalmente, a la izquierda.
3.- A pesar de que un altísimo porcentaje de las personas que ejercen esta profesión son de izquierdas, eso no excluye, en mi opinión, para que la puedan ejercer personas de tendencias políticas más conservadoras.
4.- A veces la Educación Social cae en los mismos errores que la izquierda más identitaria.

Estos cuatro puntos podrían resumir mi artículo pero entiendo que lo suyo es que se lea o relea. Y, además, lo suyo, tras el feedback que originó, es leerlo o releerlo añadiendo algunas matizaciones, algunos extras, a saber:

¿Qué es ser de izquierdas? Es complicado ser de izquierdas si ésta se identifica con el nacionalismo más excluyente o con el populismo.

Puede que la Educación Social sea inherentemente incompatible con tendencias conservadoras o liberales porque estas ideologías, per sé, «están más cerca de posiciones del tipo ‘búscate tú solito la vida, tío'».

Aunque, claro, ¿en verdad no van a poder aportar nada a la Educación Social personas de tendencias liberales? Del mismo modo que también «habrá gente de izquierdas trabajando en bancos».

Lunes de resaca II: la electoral

Pues sí. Algo habrá que decir al respecto, ¿no? Si comenzamos por el pueblo, se ha producido el hito de que tras 32 años de gobierno socialista, parece ser que el bastón de mando de Barakaldo cambia de manos y nuestra futura alcaldesa será Amaia del Campo, candidata por el PNV. Personalmente, que se produjese una alternancia tras tantos años con los mismo colores en la poltrona barakaldesa no me parecía mal pero precisamente el partido que ha resultado elegido no representa, a mi modo de ver, lo que yo entiendo por cambio aunque éste se produzca. No sé si me explico. Aún así, ya habrá tiempo para evaluar a la nueva regidora.

De lo acaecido en otros lugares, no negaré cierta alegría o esperanza por los resultados en Madrid y Barcelona. Manuela Carmena y Ada Colau representan, a priori, otra forma de hacer política. La primera ha sido una jueza con una amplia trayectoria vinculada a causas relacionadas con los derechos humanos. La segunda ya había hecho política desde la calle, paralizando y combatiendo desahucios. Ambas recogen el hartazgo de buena parte de la población o, dicho de otro modo, se han hecho acreedoras de la ilusión de mucha gente por un cambio en la gestión de la cosa pública. Ahora les toca trabajar (hablo en plural aunque la alcaldía de Carmena ha de confirmarse a través de pactos) o seguir trabajando, siendo conscientes de la responsabilidad y el compromiso adquiridos, de que se les va a observar con lupa (como no podía ser de otra manera) y de que la gente espera en sus respectivas ciudades (y en otros puntos de el Estado que anhelan o anhelamos un efecto contagio) que no les fallen.

¿Más cosas? No sé… Que también es una buena noticia que no haya mayorías absolutas y que, por lo tanto, no haya rodillos partidistas e impositivos. Que tengan que negociar entre partidos para alcanzar pactos de gobierno primero y luego para tomar decisiones institucionales. O dicho de otro modo: los políticos van a tener que hacer política… ¿Qué cosas, verdad? 

Que ya podemos dejar de criticar al electorado valenciano ya que parece que esta vez sí ha reaccionado con sus votos a lo que ha tenido que vivir durante muchos años; que, volviendo a mi zona, los tiempos han cambiado en la margen izquierda del Nervión ya que sólo Portugalete se mantiene como bastión socialista; que no sé si me sorprende o no el apoyo que han recibido alcaldes como los de Sestao y Vitoria. Dos primeros ediles que elevaron el tono populista y generalizador contra determinados grupos de población (inmigrantes) y ese tono ha sido «comprado» por sus conciudadanos (mayoría absoluta en el caso del municipio vizcaíno y retención de alcaldía en el caso de la capital vitoriana a pesar del generalizado retroceso de su partido). En fin, como venía a decir esta mañana mi amiga Zaloa, estamos acostumbrados a escuchar a determinada gente exponer sus miedos a lo de fuera y algunos políticos expresan o explotan esos mensajes por un puñado de votos sin pensar en otras consecuencias. Nuevamente, es lo que hay.

Es lo que hay es una expresión, por cierto, que no me gusta nada y que, desgraciadamente, empleo mucho cuando hablo de política. Una política que, contradictoriamente, me aburre y me genera desafección y que, sin embargo, me tiene pegado a unos recuentos de votos, me lleva, de hecho, a votar y me lleva hoy a escribir aquí. Cienfebrismo, estoy cansado de decirlo.

PD: la foto que encabeza la entrada ha sido ampliamente viralizada desde ayer. Creo que es muy gráfica o muy simbólica para representar de dónde viene, cuál es el origen político de la que va a ser alcaldesa de Barcelona. Y lo digo como loa, entiendáseme.