Primeros peros de 2021

1 de enero de 2021.

Me he despertado muy pronto. No me acosté demasiado tarde, pero sí lo suficiente como para considerar que he madrugado en exceso.

Un leve dolor de cabeza me recuerda que bebí bastante vino. No demasiado, pero sí lo suficiente como para llevarme a pensar en las monstruosas resacas de hace años a las cuatro de la tarde de año nuevo.

Mirando por la ventana compruebo que no hay demasiados restos de serpentinas, guirnaldas, fragmentos de petardos. La calle no está excesivamente sucia, pero sí lo suficiente como para intuir que anoche fue Nochevieja.

Mirando por la ventana veo que, para ser año nuevo a las 09:00 de la mañana, hay bastante gente haciendo deporte y paseando al perro. No es tanta como cualquier otro día, pero sí la suficiente como para adivinar que esta no ha sido una despedida de año como la de otros años.

A eso de las 07:15 de la mañana, pero siendo aún de noche, he oído a un grupo de chavales y chavalas hablando en un tono elevado debajo de casa. Me he asomado y ahí estaban, vestidos de gala, con signos de embriaguez. Me ha molestado, lo admito, la irresponsabilidad de estos chicos y chicas saltándose las normas impuestas por la pandemia; y también el ser consciente de que habrán proliferado los cotillones clandestinos, pero no puedo evitar empatizar con su momento, con su edad, con sus ganas de fiesta y entender su (tópica) tendencia a saltarse las normas del mundo adulto (y eso que, seguro, en general, la mayoría de jóvenes habrán cumplido)

Arranco 2021 con peros.

Buenos días. Feliz año.

* ¿La imagen? De las Paredes que Hablan, claro.