LA FIEBRE. Somos Hostelería, pero, ¿somos responsables?

En las últimas semanas se ha hablado mucho de los bares, esos lugares de esparcimiento, de contacto social, esos abrevaderos emocionales tan importantes en la mayor parte de los aquí presentes, tan arraigados en nuestra cultura, en nuestra evolución, tan definitorios a veces de lo que somos.

Hace poco mi amigo Javier Ikaz se arrancó en el Facebook con una bonita iniciativa que bautizó como Somos Hostelería consistente en listar una serie de momentos biográficos o personales de disfrute acaecidos en bares o restaurantes. Al poco, unos cuantos seguimos el juego. Estoy seguro que a casi ninguno nos costó en exceso rebuscar en nuestra memoria esas escenas vinculadas a garitos y seguro que la mayoría aún nos dejamos un montón de ellos. Por mi parte también, si me permitís el spam, el pasado 20 de agosto hice un ejercicio de memorabilia tabernaria para rescatar algunos de los bares de Barakaldo que más me marcaron. Lo hice en Cienfiebres Musicales, mi podcast musical. Podéis escucharlo en este enlace: https://go.ivoox.com/rf/55466124.

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Egorecopilatorio Febril Estival 2018 – (y) VII

De la Ego Fiebre o categoría cajón de sastre-nasrcisista.

Y ahora sí, acabamos el Egorecopilatorio en su séptimo episodio atendiendo a otras muescas o rastros que deja este verano de 2018, el cuarto de Nico, el primero de Telmo, en este que escribe sin pensar en películas, fútbol, libros o discos.

¿Y a qué puedo hacer mención, pues, en clave cienfebrista? Pues al pueblo. Esa estancia de un mes en una localidad navarra, ribereña, el muncipio sesgado por la Variante (en la imagen), Azagra… ese pueblo al que, de cara a la galería, muestro cierto estupor o pesadez por pasar allí el grueso de mis vacaciones pero al que, en verdad, no sólo no me importa ir sino que, viendo a los pequeños, he de decir que me gusta ir, me gusta verles pasar allí sus veranos. En realidad, mi queja dirigida al pueblo debería centrarse más a ciertas rutinas instauradas en la estancia que parecen inamovibles. Por ejemplo, la piscina. No soy muy de piscina y entiendo que es la principal oferta de ocio ante las calurosas jornadas en la villa. Pero, copón, es el día de la Marmota teñido del azul de su agua y del verde de sus jardines. En fin, algo tendré que hacer para gestionar mejor estas repetitivas costumbres.

Por ejemplo, ir más al monte. Una actividad que siempre me ha encantado y que este verano he retomado en su versión más light (paseos por la peña adyacente al pueblo de una hora de duración y a una hora prudencial) y en su versión más hard: maravillosa subida al Moncayo.

¿Más? Fiestas. Salir, beber, el rollo de siempre. Y comer. Y volver a beber. Gran recuerdo me llevo de las fiestas de una localidad riojana, Quel, a la que fui invitado y en la que nos corrimos una farra muy interesante. Hablando de farra, gran recuerdo de la boda de los amigos David (ya saben, el autor de Imago) y Mariló. Gran recuerdo, insisto, aunque públicamente confesaré aquí que lo del soplar se me fue un poco de las manos… pero mejor dejemos ese tema.

¿Más? Búsqueda de aceras rugosas para las siestas de Telmo, siestas que NO HAN EXISTIDO EN TODO EL VERANO para Nicolás, para desdicha mía, fundamentalmente… y, en esas búsquedas, escuchar paredes, actividad que también habéis realizado un montón de amigos y amigas que seguís contribuyendo a engordar Paredes que Hablan, el blog ad hoc… y hacerlo con unas sandalias rollo turista alemán que me he comprado este verano… y hasta aquí.

Fin del egorecopilatorio estival. A ver si con estas siete entradas narcisistas y sin interés, desengrasamos un poco y me da por alimentar un poco más estas Cienfiebres. Hasta que llegue ese momento en el que me vuelva a sentar a darle a la tecla, besos y abrazos.

Caída y auge de las Paredes que Hablan

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No sé muy bien qué le ha pasado en los últimos días al blog de Paredes que Hablan. No sé lo que le ha pasado pero me alegro de estar escribiendo ésto.

Lo que sí sé que le ha pasado es que, últimamente, no paro de recibir notificaciones de Tumblr en el móvil en el que se me avisa de que a no sé quién le ha gustado tu post y que no sé cuál ha reblogueado tu post. Sí, es un poco txapa recibir notificaciones (aunque sean mudas) pero también gusta saber que hay feedback.

Lo que sí sé que pasa es que Paredes que Hablan es otra de esas chaladuras que, a lo mejor, no he cuidado lo suficiente o, al menos, no he cuidado como se merece. Y mira tú que es uno de mis vomitorios digitales que más satisfacciones, por decirlo de alguna manera, me ha proporcionado. Por ejemplo, en 2011, cuando el blog estaba alojado en wordpress (bitácora que, por cierto, se puede seguir visitando), ganó la primera edición de los premios Euskalblogs en la categoría de Fotoblog. Y gracias a ello, un miniordenador de aquellos que se llevaban hasta que irrumpieron las tablets que me llevé a casa y unos pintxicos bien ricos y una bonita tertulia que compartimos los premiados.

Luego, no recuerdo bien por qué, dejé que Paredes que Hablan se apagase hasta que, gracias a la insistencia de algunas personas y ante la certeza de que mantener dicho espacio no tenía porqué llevarme demasiado tiempo, decidí rescatarlo pero ya en la plataforma Tumblr desde la que, a día de hoy, sigue funcionando.

Y sigue funcionando porque mucha gente, además de parabienes, me sigue nutriendo de paredes cuando mi archivo se va agotando. La gente abre las orejas e intenta escuchar a los muros de sus ciudades y de sus pueblos. Intentan rescatar reflexiones, llamamientos, curiosidades y soberanas bobadas para, desinteresadamente, cedérmelas a mí. Gracias a todos.

Y funciona compitiendo con pintadas virales, de esas de Acción Poética, de esas que la gente encuentra en el Facebook y me las pasa y yo las rechazo (el único criterio que impongo es que si alguien me pasa una pared, que la haya escuchado de verdad, no que sea un hallazgo en la red). Paredes que hablan. Pintadas, guarradas que a veces estropean patrimonio y otras lo enriquecen. El muro, la pared, la tapia… Soporte que, guste más o menos, se seguirá usando y se seguirá leyendo, escuchando.

Y llegamos a esa duda con la que abría el artículo. No sé bien por qué ERES LOS MEJORES DÍAS DE MI VIDA y TODOS QUEREMOS LO QUE NO SE PUEDE han sido tan aclamadas en los últimos días. Misterios de la red, supongo. Sea como fuere, dicho enigma me ha llevado a fijarme otra vez en las Paredes que Hablan, en reflexionar de qué forma puede este espacio seguir proporcionándome placeres y, de momento, lo que he hecho ha sido darle un cambio de look (en la foto) a la espera de decidir si, a nivel de contenido, lo dejo tal cual (es decir, en un formato más visual) o vuelvo al premiado planteamiento de buscar y recibir paredes parlantes y acompañarlas de una pequeña reflexión como hacía antes, en el otro blog.

Caída y auge de las Paredes que Hablan. Bueno, auge, auge… Igual tampoco. O sí. No sé. No sé muy bien lo que ha pasado y lo que está pasando, pero habrá que hacer un poco más de caso a la criatura.

Egorecopilatorio Febril. Julio de 2014.

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Casi un mes sin acudir a este cuaderno a dejar apuntes, del tipo que sean. La galvana estival, la ocupación en otros menesteres más lúdicos, el mar, las fiestas, la montaña… Bah, quéndese con lo primero: pereza. Pura y dura. Sirva esta débil obligación que me impongo de actualizar el blog con el fin de darme un poco de autbombo, para autoimponerme una especie de sección a final de cada mes con el que comentar las fiebres que más me hayan sacudido en dicho periodo. Inauguremos este Egorecopilatorio Febril (perdonen el título) con las del mes de julio.

Así, nos vamos a los días 10, 11 y 12, fechas en las que se celebró la novena edición del cada vez más consagrado festival Bilbao BBK Live. Y éste que aquí escribe acudió en condición de cronista a Kobetas como enviado especial de la web de BI FM. De esta manera, relaté mis impresiones de los conciertos de Allen Stone, John Newman, Vetusta Morla y Franz Ferdinand el jueves y de Belako, Fira Fem, Band of Horses, The Lumineers, The Black Keys y MGMT el sábado. No, el viernes no subí.

Y sí, he dicho de BI FM ya que, como puede que algunos sepáis (y si no ya os lo digo yo) LFA, medio para el que, hasta ahora, había jugado a eso de ¿periodista musical?, está en el garaje para darle una reforma gigantesca o para, en el peor de los casos, darle la extrema unción. Algún día le dedicaré un escrito a nuestro querido vehículo. Por cierto, antes de cerrar el párrafo dedicado a la fiebre musical y dado que hemos hablado de crónicas del BBK Live, les recomiendo que, de leer algo, lean las de Hodeln Caulfield en Fiasco Fiasco. Las mías no dejan de ser una especie de descripción encargada por un medio con algún que otro toque propio. Las del amigo Caulfield son personales e intransferibles, únicas y fantásticas. Y no tenga miedo y buceen en todo su blog. Me lo agardecerán.

A ver… Qué más hay por ahí… La Educación Social, vale. Bueno, me gustó recordar, hace escasas semanas, a una familia con la que trabajé hace unos años… Lo hice escribiendo un post en EducaBlog titulado ‘De cómo ser Educador Social en una zapatería’. Además, hacer este artículo me llevó a pensar en la de historias que nos da esta profesión. Y esto me lleva a avanzar a la todavía exigua audiencia de este cuaderno que, en unos meses, mis compañeros de EducaBlog y yo mismo junto con un montón de compañeras y compañeros del gremio sacaremos a la luz un libro que, precisamente, tratará de recoger esas historias, esas #EdusoHistorias. Y hasta ahí puedo leer. Seguiremos informando. De hecho, también he de morderme la lengua o, mejor dicho, atarme las manos para no compartir en este espacio un documental que, de nuevo, con mis compañeros de EdcaBlog y, en este caso, con la inestimable y fantástica colaboración de los TwoBaskos, hemos realizado con el fin de difundir este oficio nuestro… Pero, hasta ahí puedo leer. Seguiremos informando.

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