Las Fiebres Musicales del cuatrimestre

Del cuatrismestre, amigos. Así, en plan universidad. De agosto, septiembre, octubre y noviembre. Y mejor exponerlas ahora no se me vayan a juntar con la cosecha de 2017 que toca este mes, claro. Y es que no he sacado tiempo de hacer el serial mensual por falta de tiempo. Bueno, decir falta de tiempo puede llevaros a pensar que he estado a tope y tal. Y bueno, aunque en algunos momentos así ha sido, no me escudaré en ello. Ha sido, como tantas otras veces, por pura pereza y por una tendencia casi patológica a la procastinación.

En fin, sea como fuere, no temáis, no me extenderé aunque cuatro meses haya dado para enfebrecerme por muchas cosas, tanto a nivel de novedades musicales como de grupos, discos o canciones de cualquier época que, por equis razón, me han soliviantado en este periodo.

Lo dicho, no me extenderé, ahí van, no sin antes amenazaros a que en poco tiempo, pues eso, traeré mis discos, libros, canciones, películas, momentos futbolísticos o lo que sea de 2017, es decir, un repaso en clave Cienfiebres al año que se nos va. Venga, ahí os dejo, cuatro y cuatro, va.

Belle and Sebastian. «This is just a modern rock song».

Ya lo he dicho otras veces. Belle and Sebastian merece un capítulo aparte como una de las bandas que conforman mi propia banda sonora personal, valga la redundancia. De hecho, supongo que algún día lo haré. Si sois fieles seguidores de este blog, podréis comprobar que en los capítulos dedicados a repasar mis fiebres musicales mensuales he eliminado del encabezamiento lo de Mi Banda Sonora ya que tengo pensado volver a dedicar esa sección a grupos, canciones o álbumes que tengan un carácter más transversal a nivel biográfico y, como decía, los escoceses merecen mención especial. El caso es que no sé si fue en agosto o en septiembre, volví a dedicarles mi tiempo. Volví a recorrer los surcos de sus LP’s, las pistas de sus CD’s. No sé si el motivo fue que entonces me acabé el libro de Stuart Murdoch, ‘Café celestial’ (un tanto decepcionante, por cierto) o porque me compré uno de los EP’s que me faltaban, este «This is just a modern rock song». Sea como fuere, como tantas otras veces en estos últimos, qué sé yo, 20 años, Belle and Sebastian volvieron a acompañarme de de forma febril.

Gentle Brent. «The lonely one»

Intercalemos ahora una novedad que añadí a mi lista de Spotify Agosto 2017. Gentle Brent. Maravilloso himno pop respaldado por el no menos maravilloso sello You are the cosmos que se empeña, regularmente, en traernos gemas pluscuamperfectas, artefactos sin pretensiones y artificios, sólo canciones, preciosas y redondas canciones. Para muestra, un botón esta «The lonely one» (qué bien pega, por cierto, pinchada justo después de la de B&S)

Johnny Lytle. «Babo».

No sé quién tuvo la idea de añadirme en septiembre o por ahí a un grupo de Facebook llamado Jazz Club, dedicado, como su propio nombre indica, a este género. No sé a quién se le ocurrió ni por qué ya que poco puedo aportar yo al respecto. Sin embargo, lo bueno para mí es que la mayor parte de la gente allí presente sí que controla y con ellos se aprende un montón y se descubren cosas realmente buenas. De todo ello, de todo lo encontrado, hubo un tema que alguien compartió en octubre, que, permítanme, me volvió loco. Un tema de esos que uno desearía poder pinchar a todas horas, en cualquier elegante fiesta que se preste y que, desde entonces ha pasado a formar parte de mis favoritísimas. Con todos ustedes, «Babo» de Johnny Lytle. De nada.

St. Vincent. «New York».

Cambiemos de tercio. Hallazgo de septiembre. St. Vincent. Una de esas artistas siempre reivindicadas por la gente que se supone que sabe de qué va esto y a la que uno nunca le prestó demasiado atención. Error. En esta ocasión, esa gente que se supone que sabe, realmente sabe. Annie Erin Clarck, la persona que se esconde bajo el pseudónimo del santo patrón de la anteiglesia de mi pueblo, nos lleva de Barakaldo a la costa este norteamericana con un elegantísimo tema que, maldita sea, debe encabezar las listas de las canciones más cool del año. Intensa, emotiva, épica, trascendental. Se me agotan los adjetivos para, en realidad, no decir nada. Haced el viaje, va, iros hasta New York de la mano de St. Vincent.

Carlos Berlanga. «Indicios de arrepentimiento».

Lo dije, en octubre, en modo cienfiebres: el «Indicios» de Carlos Berlanga es, posiblemente, uno de los mejores discos de pop de la historia de la música española. Y punto. Y no recuerdo ahora por qué me dio por ahí. Pero ni falta que hace. Atrapado durante varias semanas. Única banda sonora en el coche durante días. Sin duda, una de las fiebres del cuatrimestre. Y del año. Y para siempre.

Noel Gallagher’s High Flying Birds. «Holy mountain».

Me ha pasado como con el disco anterior en solitario del mayor de los Gallagher: mi intención era no acercarme a él siquiera. Para alguien como yo que fue muy fan de Oasis, abrazar las aventuras en solitario de los hermanísimos me resulta, a priori, insultante. A priori. Porque el caso es que luego, por casualidad (¿casualidad?, no lo creo), acabas escuchando alguna canción por ahí suelta y, zapa, descubres que, ojo, no está nada mal. Que, ojo, tiene temas frescos, interesantes e incluso diferentes. Y, ojo, es que el disco entero no está nada mal. Y, ojo, que de no querer ni acercarse a acabar comprándose uno el álbum no va nada. Pues eso, que a mí el nuevo trabajo de Noel Gallagher’s High Flying Birds, como el anterior, me resulta muy reivindicable y sino escuchen sin prejuicios (como yo los tengo o tenía) este tema, «Holy Mountain».

Luther Russell. «Everything you do».

Os vuelvo a amenazar: quiero escribir algo reivindicando a los advenedizos. A lo que sea. La capacidad de sorpresa ante algo asentado, que se debería haber descubierto antes pero que, por hache o por be, no se ha hecho, mola. Yo lo soy con un montón de cosas. Ahora es más fácil con los medios tecnológicos, claro, y con la posibilidad de encontrar y seguir a personas con opiniones fundadas, gustos exquisitos, etcétera. Este 2017, por ejemplo, he accedido a algunos artistas que llevan ahí la tira de tiempo y que yo ahora los abrazo como si hubiesen debutado esta misma tarde. Me ha pasado este año, por ejemplo, con Robyn Hitchcock y con Luther Russell. Casualidad, ambos artistas compartieron escenario (el pequeño del Antzoki) el pasado 30 de noviembre y mi fiebre se elevó a cotas altas. Sobre todo en el caso del estadounidenses (Russell) ya que con el inglés (Hitchcock) llevo así casi todo el año. Pues eso, que he llegado, aterrizado, descubierto a un honesto y humilde creador de magníficas composiciones de rock y que me encanta haberlo hecho.

Rusos Blancos. «Pimentón húngaro».

A ver, que es que le mandé un wathsapp a un colega con un enlace a esta canción diciéndole algo así como «¡qué guapo este tema de Rusos Blancos!». Yo creo que ya es motivo suficiente, ¿no? El caso es que a este grupo siempre le he seguido así como un poco de refilón, sin restarle valor ni sin atribuírselo en demasía. Recuerdo que, en su momento, sacaron un disco llamado «Sí a todo» que me moló mucho pero, a partir de ahí, pues eso: canciones que sí y otras que psché. El caso es que ésta, «Pimentón húngaro» me parece un SÍ total y tampoco me pidáis que lo argumente que ya llevo un rato aquí dándole a la tecla y, como buen cienfebrista, tengo otros frentes absolutamente intrascendentes que atender. Vosotros escuchadlo a ver qué os parece.

21 de abril. Mi banda sonora.

Hoy me he levantado con una contractura en la espalda brutal. Hoy he recibido un disco que hace unas semanas ni sospechaba que iba a formar parte de mi colección. Es el «Chasing yesterday» de Noel Gallagher’s High Flying Birds. No es el disco del año (es es el de Sufjan Stevens y lo sabéis) pero hay canciones, buenas canciones. Mi favorita, la que encabeza este post.

Hoy a la mañana he mantenido una posición de escorzo constante. He estado con Ángel. No voy a emplear su pseudónimo en la red por no desenmascarar al personaje. Ni a la persona. Ángel también es un cienfebrista pero, del mismo modo que Rosa Díez asevera que la mayor parte del pueblo español es votante de UPyD sin saberlo, él ignora que lo es. Cienfebrista digo. Vamos a intentar demostrarlo en el futuro. Con K.

Hoy por la tarde Kepa, mi jefe, ha intentado calmar mi molestia dorsal. Luego he escuchado el nuevo disco de los getxotarras McEnroe. Yo reconozco que tendrán su aquel y tal pero a mí, a decir verdad, me aburren. Después he escuchado el álbum «Las cosas» de Isasa. Propuesta muy interesante: un trabajo instrumental de guitarra acústica que suena delicado y áspero, fresco y desértico. Hipnótico. Muy hipnótico. Sorprendente.

Hoy por la noche tenía pensado ir a correr pero no lo he hecho porque el dolor no ha remitido. Hoy me acostaré con una contractura en la espalda brutal.

La banda sonora del 21 de abril de 2015. Hela.

15 de abril. Mi Banda Sonora.

Como en otras ocasiones, hoy me levanté tarareando una canción sin que pueda advertir ninguna explicación de que fuese esa y no otra. En este caso, «El momento más feliz» de La Casa Azul. Lo curioso es que de forma totalmente inconsciente, media hora después o así, me encontré tarareando otra, «What if» de Lightning Seeds. Al hacerlo, me entraron ganas de ponerme el disco al que pertenece, «Dizzy heights», y procedí a ello. Cual fue mi sorpresa al comprobar que el reproductor de CD no lo leía. Se debe, entiendo, a que el CD en cuestión era grabado. Sí, este disco lo pirateé cuando esta labor tenía un proceso casi artesanal, a saber: consigue el CD original, contacta con alguien que tenga grabadora, pásale el disco, compra CD virgen, fotocopia carátula en color y el libreto, si merece la pena, en blanco y negro y, tras todo este proceso, tendrás un CD tostao que coleccionarás como si fuese original. Pues bien. Así es el «Dizzy Heights».

Ante este, digamos, problema, me he puesto otro CD de los británicos, concretamente el «Jollification», el cual recuerdo que me costó una pasta (cerca de las 4.000 pesetas) ya que me lo trajeron los de Power Records de importación. Otro muy buen disco de pop amable con un buen número de hits («Lucky you», «Marvellous» o «Perfect»). Ciertamente, tuve una época en la que padecí fiebre con esta banda. Capitaneados por Ian Broudie, me resultaban uno de los grupos del saco brit-pop de los 90 más cercanos al pop británico new romantic de los 80 (sí, el que escuchaban mis hermanos). Además de esos dos trabajos, sacaron luego otro, «Tilt», de tintes más electrónicos del que me suelo enorgullecer de dárselo a conocer a uno de mis referentes o gurús musicales, Javi, y, lo que es mejor, que le gustase bastante.

Por la tarde, he comprado el «Dizzy Heights». Ahora sí lo tendré en original. Junto a este ha caído el de Noel Gallagher que ha vuelto a quedarse a un precio majo. Y la sesión vespertina de escucha la han protagonizado, a través de Spotify, los recopilatorios de VampiSoul «Sensacional Soul».

Esta ha sido la banda sonora de hoy, 15 de abril de 2015. Buenas noches.

31 de marzo. Mi Banda Sonora.

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Esta mañana me ha costado mi tiempo llegar al aula 302 de la Universidad de Deusto. Bueno, supongo que a un aula 302 de la Universidad de Deusto. La clase en cuestión era la de #GizaSareaUD, capitaneada o coordinada, que no impartida, por Asier Gallastegi. Ahí hemos estado, Asier Félix y yo, charlando con las chavalas y chavales, con los futuros Educadores Sociales, de eso, de la profesión, de las TIC y, claro, de las #EdusoHistorias. Que me ha costado llegar, decía. Y en ese trayecto he aprovechado para darle otra vuelta al disco de Noel Gallagher. Y ya, decidido, si el martes de la semana que viene sigue a ese precio o a uno parecido, me lo compraré. Los cinco últimos temas (de diez) de ese «Chasing yesterday» me han parecido realmente buenos (los otros cinco un poco más anodinos, la verdad)

Por la mañana me ha llegado el segundo volumen de ¡Chicas!, recopilatorio de voces femeninas de la España de los 60 y 70, onda yeye, con guiños souleros y demás. Sólo he escuchado la cara C (la cara A del segundo disco) y, por ejemplo, me ha sorprendido muchísimo descubrir todo un temazo titulado «Contigo» interpretado, atención, por Paloma San Basilio. Ahí queda eso.

Yendo al curro, lo nuevo de Sufjan Stevens, «Carrie & Lowell», que ya se puede escuchar íntegramente en Spotify. Precioso, delicado, emotivo, cautivador, bonito. Muy bonito. Sofisticado folk-pop preciosista, accesible para todos los públicos. Me ha encantado. Le seguiremos dando más escuchas.

Esta ha sido la banda sonora de mi 31 de marzo de 2015.

30 de marzo. Mi Banda Sonora.

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El sábado fui a Long Play, la única tienda de discos que queda abierta en el pueblo, a recoger, supuestamente, el último disco de Belle & Sebastian. Nunca llegó. El que lo hizo fue su segundo álbum, el delicioso «If you’re feeling sinister», disco que ya poseo. Se ve que ella, la tendera, o yo nos confundimos a la hora de hacer el encargo unas semanas antes. Me iba de la tienda con las manos vacías hasta que en el escaparate vi el EP «Nuevas Sensaciones» de Los Planetas.

El domingo pinché el EP «Nuevas sensaciones» de Los Planetas en casa. Mi absurda, ególatra y, por otra parte, entretenida vocación de compartir mis compras o lo que escucho en Facebook, originó una entretenida conversación entre Javi, Alejandro y yo mismo. En resumen, se trató el valor de las reediciones, el precio de los singles y se juzgó, por enésima vez, a la banda granadina. ¿Conclusiones? Javi y yo acostumbramos a dejarnos robar. Respecto a lo que se dijo sobre J y cía., copio, literalmente, lo que escribió mi amigo Javi al respecto: «Los Planetas están sobrevalorados por sus fans e infravalorados por sus detractores». Me pareció un comentario bastante acertado.

Hoy mi yo consumista se ha dado un garbeo por Amazon y ha encontrado dos novedades discográficas a precios realmente atractivos. Tan atractivos que me he escuchado ambas referencias. Dos títulos que, de no ser por esos precios, no me llamaban especialmente la atención. Los discos son el «Chasing Yesterday» de Noel Gallagher’s High Flying Birds y el «Our love» de Caribou. El primero de ellos me ha sorprendido positivamente. Tampoco es que sea la repera pero costando 16 eureles la edición de doble LP igual me lo pillo. El de Caribou, aún más barato (14 con algo), me ha resultado más duro, menos accesible, pero con visos de que, a más escuchas, vaya ganando. No sé, igual también cae. 30 pavos por los dos no me parece para nada caro.

Y ésta, amigos, ha sido mi banda sonora del 30 de marzo de 2015, con ciertos guiños a los días 28 y 29.