Cosecha 2018. El fútbol.

¡Quién nos lo iba a decir! Quién nos iba a decir, allá por el mes de agosto, que íbamos a llegar a finales de año con nuestro equipo en posiciones nobles. Y es que el Barakaldo CF acaba el curso del 18 en la tercera plaza del grupo II de la 2ªB y, lo que para mí es más importante, metiéndole seis puntos al quinto. Como digo, algo impensable a principios de la temporada 18/19 que ni los más optimistas podían imaginar cuando tres cuartas partes de tu plantilla se piran a otros equipos en el mercado veraniego, yéndose, claro, los principales puntales de la campaña pasada.

Echando la vista atrás, precisamente, a la temporada 17-18, a uno le queda la sensación de que se desaprovechó una plantilla muy compensada y en la que, sobre todo en la vanguardia, las cosas salieron a pedir de boca, con una de las mejores duplas atacantes de la categoría y de las que no se recuerdan por Lasesarre desde hace años (Sergio Buenacasa y Ander Vitoria) Un equipo bien armado atrás, muy compensado en el centro del campo (otra buena pareja de baile eran los Cerrajería y Baba) y, como ya he dicho, con mucha pólvora arriba. Sin embargo, la parroquia gualdinegra nos tuvimos que confirmar con la clasificación para la Copa (competición, por cierto, que, por el momento, es el gran fracaso de lo que llevamos de curso, tras caer eliminados a las primeras de cambio frente a un tercera navarro, el Mutilvera)

Quizá esa rémora de la pasada campaña y el escepticismo inherente a una plantilla completamente nueva y desconocida es lo que a uno le mantiene desconfiado de cara al futuro. Espero equivocarme totalmente pero es como que tengo la sensación de que tarde o temprano empezaremos a encadenar resultados negativos y caeremos a posiciones más mediocres. En algunos partidos (me estoy acordando ahora contra el Calahorra) es como que se apreciaban las costuras del equipo y parecía que de un momento a otro las hechuras iban a saltar por los aires. Eso sí, mientras tanto, mientras yo me sitúo en una posición quizá demasiado agorera, el Barakaldo de Larrazabal de la actual campaña se empeña en llevarme la contraria. Y, obviamente, me alegro enormemente de que sea así. De hecho, si dejo un hueco a la esperanza de pensar que, quién sabe, a lo mejor en mayo del 2019 igual el Barakaldo está entre los 4 primeros clasificados, es por el hecho de que a la plantilla se le ve muy solidaria entre sí, que pelea hasta la extenuación y que es como que, inconscientemente, quieren vencer a esa impresión de principios de campaña y darnos a todos los escépticos en los morros. Insisto: ojalá sea así.

Lo que ya no es tan increíble es lo del Liverpool de Klopp. La evolución del conjunto del Mersey es magnífica, preciosa y apasionante. De hecho, 2018 queda como año de los de guardar para la hinchada red, aunque faltase el lazo en forma de orejona. Una pena, sí, pero, en cierta forma, disfrutamos (o eso habrá qué decir) la final contra el Madrid, a pesar de todo. Para mí, desde luego fue todo un punto vivirla este año con un bebé recién nacido, un niño cada día más enfermo con el balompié y demás, como ya os conté en Niño adoctrinado y Bebé volador.

En cualquier caso, más allá, como digo, de la guinda de la final de copa de Europa, el año de los de Klopp sigue siendo espectacular. A fecha de hoy y a escasas dos horas de la segunda jornada del Boxing Day que enfrenta al Liverpool frente al Arsenal, los reds son líderes en solitario de la Premier, sacándole cinco puntos al segundo clasificado (el Tottenham), manteniéndose imbatido tras 19 jornadas, ganando 16 y empatando 3, siendo el segundo equipo más goleador de la liga y el menos goleado. Por tanto, ¿es o no es, de momento, un año para enmarcar? Sólo cabe esperar que en el próximo 2019 se mantenga la evolución y llevar algún título a las vitrinas de Anfield (un título de liga tras 39 años o resarcirse de lo del año pasado, aún presente, o, por pedir que no quede, ambos dos)

Para acabar esta pseudomemoria de 2018 en clave futbolero-cienfebrista, podríamos referirnos al Mundial y tal, pero, además de que yo no soy mucho de selecciones, hay un nombre que creo que es más idóneo para este cometido: Nicolás, mi primogénito. No negaré que estoy encantado con que el crío le guste esto del balompié pero, quizá, sólo quizá, no esperaba que fuese a ser para tanto. Le encanta jugarlo, tanto física como fantasiosamente (vaya partidos se juega él solo sin mayor compañía que su propio cuerpo y mente… en realidad, algo ya os conté pero os puedo asegurar que ha ido a más), le ha encantado hacer la colección de cromos de la liga, se ha aprendido los escudos de muchos clubs, te puede decir 5 o 6 nombres, fácilmente, de jugadores de un montón de equipos y, lo que es más flipante, si se encuentra con un partido en la tele, prefiere verlo antes que los dibujos que puedan estar dando en alguna cadena infantil, por no hablar de que ha venido ya a unos cuantos partidos a Lasesarre y el chaval ha aguantado estoicamente a pesar del habitual turre que supone el fútbol de bronce.

En fin, que sí, que encantado y tal, pero me las he visto ya en varias ocasiones diciéndole que hay vida más allá del balón… pues eso, que acabo casi casi como empezaba esta entrada: ¡quién me lo iba a decir a mí!

* en la imagen, el protagonista final del post, Nicolás, ataviado con su zamarra gualdinegra, en Lasesarre, observando a Oscar Prats, el día que nos eliminó el Mutilvera.

Egorecopilatorio Febril Estival 2018 – III

De la Fiebre Gol o categoría que recoge entradas relacionadas con el fútbol.

El Mundial ha sido determinante. Determinante, digo, para crear un monstruo. El monstruo, digo, es mi hijo mayor. Y el monstruo es balompédico. Sí, entre el mencionado campeonato y mi adoctrinamiento, hemos conseguido que el crío se obsesione con el fútbol. A ver, que no me alegra especialmente que el chico ahora sólo quiera jugar a fútbol, que reconozca todos los escudos de equipos de primera o que me inquiera a todas horas sobre futbolistas varios. No me alegra pero he de confesar que tampoco me entristece. Es decir, le cortaré un poco el vacilón, jugaré con él a otras cosas y tal, hablaremos de otros temas pero, en un rato, me bajo a comprarle un sobre de cromos.

Fruto del enfebrecimiento de mi primogénito, este verano conocimos a Pablo, monitor de un campus de Osasuna. Encantador. Dicharachero. Muy educador y educativo todo él. Hizo muy buenas migas con Nicolás, quizá por la vehemencia con la que el niño acudía a él diariamente mientras duró el campus en Azagra y monitores y participantes ocupaban las piscinas municipales unas horas (nuestro principal hábitat en este periodo) a hablarle, pues eso, de fútbol. Así, el último día, Pablo le regaló a Nicolás una pegatina con el escudo del equipo rojillo y un cromo de su hermano, futbolista profesional que hasta este año ha militado en la primera división. Hablando al respecto, esto es, de su hermano, su carrera y demás, se me despertó una bombillita de cara a rellenar algunas páginas del inútil cuaderno mencionado en el primer episodio de este serial. Una idea que, eso sí, llevará su curro: tratar de relatar la vida de muchos adolescentes o pre-adolescentes que por sus capacidades balompédicas tienen que salir de sus casas, de sus pueblos e integrarse en organigramas complejos, sin el apoyo y respaldo de su red familiar más cercana. Escuchar la historia del hermano de Pablo, lo mal que lo pasó en ese proceso, pues eso, me inspiró, si bien, seguramente, ya habrá quien haya hecho una pieza de esas características.

¿Más sobre fútbol este verano? Sí, claro. Nuestra larga estancia en el pueblo llegó a brindarme la oportunidad de ver algunos partidos de pretemporada de equipos de la comarca y del propio municipio. Que vaya cuelgue, me podrán decir por el hecho de tragarme partidos así. Y puede que no les falte razón pero, ¿saben? Hablando con la gente del pueblo observé que para ellos, acudir al fútbol cada domingo, a ver a su equipo, a los chavales de la villa o de municipios circundantes, era un espacio socializador y de ocio. Una actividad concebida para salir de la rutina, para echar un café, un pacharán, charlar con los compañeros y pasar dos horas agradables. Una concepción del fútbol caduca, primigenia, si quieren, que, como todos sabemos, se pierde entre anuncios, mercadotecnia, partidos de la liga española en EEUU y dinero, mucho dinero. De aquel fútbol popular, concebido para la gente del pueblo (literalmente) poco queda si sólo nos fijamos en el fútbol televisado, en el fútbol de relumbrón. Sin embargo, aún quedan, si queremos, esos clubs regionales, del pueblo y para el pueblo, en el que aquel concepto aún se mantiene.

Y el Baraka y el Liverpool, claro. No me extenderé. Del primero, que empieza – ya ha empezado – una nueva temporada en la que, la verdad, uno no está muy ilusionado ni con la plantilla que se ha confeccionado (ojalá y me tapen la boca con buen fútbol y buenos resultados) ni con el enrarecido ambiente que, desgraciadamente, sigue rodeando al club de mis amores. Y del Liverpool, que empieza – ya ha empezado – una nueva temporada en la que los de Klopp han arrancado dando continuidad a la sobresaliente campaña anterior de forma que las tres primeras jornadas se han saldado con victoria red y la puerta a cero, resultados que, de alguna forma, alivia, casi elimina, el escozor de la final de Champions.

Egorecopilatorio Febril. Julio de 2014.

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Casi un mes sin acudir a este cuaderno a dejar apuntes, del tipo que sean. La galvana estival, la ocupación en otros menesteres más lúdicos, el mar, las fiestas, la montaña… Bah, quéndese con lo primero: pereza. Pura y dura. Sirva esta débil obligación que me impongo de actualizar el blog con el fin de darme un poco de autbombo, para autoimponerme una especie de sección a final de cada mes con el que comentar las fiebres que más me hayan sacudido en dicho periodo. Inauguremos este Egorecopilatorio Febril (perdonen el título) con las del mes de julio.

Así, nos vamos a los días 10, 11 y 12, fechas en las que se celebró la novena edición del cada vez más consagrado festival Bilbao BBK Live. Y éste que aquí escribe acudió en condición de cronista a Kobetas como enviado especial de la web de BI FM. De esta manera, relaté mis impresiones de los conciertos de Allen Stone, John Newman, Vetusta Morla y Franz Ferdinand el jueves y de Belako, Fira Fem, Band of Horses, The Lumineers, The Black Keys y MGMT el sábado. No, el viernes no subí.

Y sí, he dicho de BI FM ya que, como puede que algunos sepáis (y si no ya os lo digo yo) LFA, medio para el que, hasta ahora, había jugado a eso de ¿periodista musical?, está en el garaje para darle una reforma gigantesca o para, en el peor de los casos, darle la extrema unción. Algún día le dedicaré un escrito a nuestro querido vehículo. Por cierto, antes de cerrar el párrafo dedicado a la fiebre musical y dado que hemos hablado de crónicas del BBK Live, les recomiendo que, de leer algo, lean las de Hodeln Caulfield en Fiasco Fiasco. Las mías no dejan de ser una especie de descripción encargada por un medio con algún que otro toque propio. Las del amigo Caulfield son personales e intransferibles, únicas y fantásticas. Y no tenga miedo y buceen en todo su blog. Me lo agardecerán.

A ver… Qué más hay por ahí… La Educación Social, vale. Bueno, me gustó recordar, hace escasas semanas, a una familia con la que trabajé hace unos años… Lo hice escribiendo un post en EducaBlog titulado ‘De cómo ser Educador Social en una zapatería’. Además, hacer este artículo me llevó a pensar en la de historias que nos da esta profesión. Y esto me lleva a avanzar a la todavía exigua audiencia de este cuaderno que, en unos meses, mis compañeros de EducaBlog y yo mismo junto con un montón de compañeras y compañeros del gremio sacaremos a la luz un libro que, precisamente, tratará de recoger esas historias, esas #EdusoHistorias. Y hasta ahí puedo leer. Seguiremos informando. De hecho, también he de morderme la lengua o, mejor dicho, atarme las manos para no compartir en este espacio un documental que, de nuevo, con mis compañeros de EdcaBlog y, en este caso, con la inestimable y fantástica colaboración de los TwoBaskos, hemos realizado con el fin de difundir este oficio nuestro… Pero, hasta ahí puedo leer. Seguiremos informando.

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