Brian Clough y David Movilla

Le comparé con Brian Clough cuando escribí sobre el ismo basado en su apellido. Dije que, como el viejo zorro inglés, David Movilla no creía en la suerte. Ayer, lunes 13 de marzo, se produjo un hito que vuelve a poner en paralelo las trayectorias de ambos entrenadores: Movilla fue cesado como manager y entrenador por desavenencias con la directiva del Barakaldo CF; las mismas razones (los conflictos con los rectores del club) que hicieron que Clough tuviese que abandonar su querido Derby County.

Y digo, en el caso del ya ex entrenador gualdinegro, desavenencias con la directiva como la hipótesis más plausible a su salida. Y digo esto porque, hasta el momento, no se han dado explicaciones precisas a esta salida. No se ha hecho en el comunicado que se hizo público ayer en la web del Barakaldo ni en ninguna otra forma. Además, no parece que se pueda atribuir esta decisión al devenir deportivo ya que, precisamente, los últimos resultados están siendo bastante buenos, gracias a una racha de 10 de 12 puntos posibles y a estar a tan sólo tres puntos del playoff de ascenso. Así pues, parece un secreto a voces que una guerra interna desatada dentro de la institución vizcaína ha dejado como consecuencia la mencionada destitución y, lo que es peor, a mi modo de ver, ha dejado fracturada a la masa social gualdinegra.

Para quienes no saben muy bien qué es lo que ha pasado para que se desencadene toda esta situación, trataré, en las próximas líneas, de relatar una especie de histórico de los acontecimientos acaecidos, eso sí, siempre desde mi perspectiva, desde un punto de vista personal y, por tanto, subjetivo ya que, sobre todo en lo ocurrido en las últimas semanas, no ha habido posibilidad de acceder a hechos, sólo a conjeturas.

Como ya dejé entrever en un post de evidente tono irónico, una de las peores cosas que le ha podido pasar al Barakaldo en esta temporada 2016-2017, la del centenario, fue haber obtenido la campaña anterior la impresionante cifra de 80 puntos, clasificarse al playoff y todo ello con actitud y buen juego. Estos extraordinarios logros deportivos marcaban un listón muy alto para el presente curso sobre todo si, como es habitual en este deporte, las miras se quedaban a corto plazo. Y, efectivamente, la evolución deportiva del equipo en el primer tercio de campaña ha sido irregular y los tonos críticos (y poco constructivos comenzaron a aflorar a las primeras de cambio) Sin embargo, tras el parón navideño y tras los refuerzos que se incorporaron en el mercado de invierno, parece que se empezaba a volver a coger el pulso a la competición y el conjunto de Movilla se acercaba de nuevo a los puestos nobles.

He aquí que, hace cosa de tres semanas, más o menos, se empieza a detectar cierta rumorología. En un primer momento, llegaban voces que advertían de que había mal rollo dentro del vestuario y luego otros aspectos relacionados con el día a día del club que no acababan de concretarse en nada. Por mi parte, a pesar de conocer algunas cosas, no supe ver lo que se avecinaba. Quizá por mi inherente ingenuidad y quizá por estar aún emocionado con el sentimiento que se transmitió en la maravillosa gala del centenario que se celebró en el Teatro Barakaldo el pasado 3 de enero, pero, como decía, lo que me llegaba lo acababa atribuyendo a la actitud de mucha gente que parece que sólo sabe estar en la vida a malas, envileciendo y malmetiendo.

La cosa empieza a cambiar cuando el día 28 de febrero, la página web del Barakaldo CF anuncia que tres directivos dimiten por cuestiones personales. El tema me empieza a parecer más serio una vez que comienzo a atar algunas de las cosas que me llegaban y esta salida. De los tres junteros, además, me llama la atención la salida de uno. Me sorprende enormemente su salida dada su dedicación y amor al club. A todo esto, la rumorología no cesaba y en ella empieza a barruntarse que el presidente del Barakaldo, Orlando Sáiz y su equipo tenía pensado fulminar a David Movilla. La ola de txaskarrillos no mengua y en plena vorágine de dimes y diretes, se filtra el contenido de un documento firmado por el hasta ayer míster del primer equipo dirigido a la junta directiva en el que, entre otras cosas, demanda la salida de Iñaki Zurimendi, secretario técnico del club, a quien cuestiona su trabajo, su aptitud e incluso su actitud. Asimismo, ahora no recuerdo si en el citado documento o en algún runrún, también se menciona un informe del propio Zurimendi en el que también recomienda a la directiva a cesar a Movilla, documento que, en todo caso, no se ha llegado a filtrar.

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Movillismo. Keep the faith!

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Se trata de adelantar la línea defensiva. Apretar más arriba. En función, claro, del campo y del rival. Un rival estudiado hasta el más mínimo detalle. Un contrario cuyos vídeos habrán sido estudiados con ensimismamiento. Un contrincante al que David Movilla habrá visto en directo, allá donde juegue, aunque haya tenido que recorrerse cientos de kilómetros por su cuenta y riesgo.

Se trata de mantener las señas de identidad del Barakaldo. Jugar con garra y dejándose la piel. Eso Movilla lo tiene claro. Eso exige a sus pupilos. Una demanda que extiende a jugadores, técnicos, utilleros, jardineros e incluso a directivos. Que quiere extender al pueblo.

Se trata de jugar más abierto, más cerrado, por fuera, por dentro, más a ras de verde o de forma más directa pero, en cualquiera de los casos, sin bajar los brazos. Es el Baraka. Sabe a qué club ha venido y sabe lo que hay que dar a la parroquia de Lasesarre.

Pero también hay que cambiar cosas. Sobre todo una. David Movilla sabe que hay que modificar una idea o una emoción o un rasgo que también está arraigado hasta el tuétano. El Barakaldo CF tiene que dejar de ser un pupas. Tiene que dejar atrás su historia negra. Olvidarse de las derrotas. Huir de las sombras, de las decepciones. Exorcizar sus fantasmas. El Barakaldo tiene que creer. Los jugadores, técnicos, utilleros, fisios, jardineros, directivos y, por supuesto, la hinchada tiene que creer. Creer. CREER. Tener fe. Fe en el Movillismo. KEEP THE FAITH!

La suerte no existe, dice David. Es una sentencia muy onda Brian Clough. Creer y creer. Creer en una idea, en unas fórmulas. Trabajar. Trabajar duro. De eso no falta. David Movilla es el primero que llega a Lasesarre y es el último en abandonarla. Entre doce y catorce horas diarias. Viendo vídeos, analizando a los rivales y analizando a sus chavales. Hablando con el empleado del club, con el responsable del mantenimiento del césped. Reuniéndose con las peñas. Innovando. Viviendo en el pueblo. Poteando en los bares. Contagiando.

Reconozco que la gente que dedica tanto tiempo a su trabajo, a veces, me da como, no sé, penica. Pienso en todo lo que abandonan por su puesto. En la apuesta tan arriesgada que hacen. David Movilla lo está haciendo. En este caso, no sé si arrastrado por mi sentimiento gualdinegro o porque, realmente, sé de primera mano que el tipo disfruta de una manera irracional con lo que hace, no me inspira esa lástima. El Movillismo es esto.

«El campo contra el Valencia se va a llenar y el equipo va a salir a fuego».
«El pueblo tiene que engalanarse con banderas. En los bares, en los balcones, en las ventanas».
«Hay que generar entusiasmo, hay que enganchar a la gente, hay que cambiar el discurso».
«Faltan muchas cosas pero trabajamos para compensarlas».
«Si hay confianza, si se cree, la aventura, la apuesta va a salir bien».

– David, ¿dónde te ves dentro de quince años, con 50 palos?
– Entrenando al Barakaldo CF.

Movillismo. Keep the faith! La imagen que encabeza este texto o una muy parecida, ya se ha filtrado, ya ha empezado a circular por ahí. Ya se ve que ilustra la foto de perfil de algún aficionado del Baraka. Ya la comparte la gente en sus muros y en sus tuits. El Movillismo ha llegado para quedarse. Para hacer historia. Es nuestro hombre. No le demos más vueltas.