¡Qué cabrón, Berlanga!

¡Qué cabrón, Berlanga! Tómese como piropo. Empleo a menudo esa expresión cuando quiero señalar que alguien ha dado en el clavo. Sabéis a qué tono me refiero, ¿no? El típico de qué cabrón y a continuación un aplauso de reconocimiento y un gesto en el rostro de máxima admiración. Pues eso: ¡qué cabrón, Berlanga!

Aplaudo a Luis García Berlanga después de haber visto esta semana «El verdugo«, producción hispano-italiana del histórico director con guión de Rafael Azcona. Fantástica. Mi mayor ovación para esa escena en la que José Luis, el heredero del puesto de verdugo, tiene que ir a cumplir con su trabajo, tiene que ir a ejecutar a un reo y él es el arrastrado al cadalso como si fuese el condenado. La imagen que acompaña estos párrafos, vaya.

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