Tras mencionar la semana pasada la entrevista que hicimos a la gente del Ebrovision en www.lafurgonetaazul.com, me sobrevino un ataque nostálgico-febril en torno a aquel proyecto web y radiofónico que de 2003 a 2014 tanto disfrutamos. Esa nostalgia tiene hoy su reflejo en este trigésimocuarto episodio de Cienfiebres Musicales.
Suenan:
JUNIPER MOON: JM y La Furgoneta Azul VACACIONES: No es tan fácil RADIOHEAD: Planet Telex LONGBOARDS: Big surf ARCTIC MONKEYS: When the sun goes down THE HOLLIES: Would you believe MCNAMARA: Boogie movie ARCADE FIRE: Ready to start THE JAYHAWKS: Save it for a rainy day ANDRES CALAMARO: Estadio Azteca LOS PLANETAS: La nueva normalidad LOS PLANETAS: El antiplanetismo KOKOSHCA: Regresando a la ciudad TRIPTIDES: Having a laugh GARY LOURIS: Almost home THE SOGGY BOTTOM BOYS: I am a man of constant sorrow SYREETA: I’m goin’ left OK GO: Here it goes again SIGUR ROS: Takk
[Esta entrada la escribí un 26 de septiembre de 2013 en La Furgoneta Azul bajo una (fallida, en mi actual opinión) etiqueta llamada Biocríticas, en la cual pretendía revisar determinadas obras discográficas pero lejos de los habituales parámetros para hacer críticas. En fin, que es un poco, más o menos, lo que he hecho otras veces aquí, en Cienfiebres, bajo el hashtag Mi Banda Sonora y bueno, pues por eso la traigo aquí]
Una de las primeras citas con ella consistió en acompañarle a una tienda de discos. Además de pasar un rato revisando CD’s, ella acabó comprando el ‘Lost Souls’ de Doves y ‘The Sophtware Slump’ de Grandaddy. Y luego un paseo. Todo muy cariñoso pero sin besos, ni caricias. Ese era el acuerdo.
Yo le conocía de bares comunes y de coincidir en clase. Sabía que le gustaban Los Planetas, Oasis y bandas del palo. Y pasó. Había feeling, se notaba. Después, llegó el acuerdo. Nada por el momento. Había que aprender, como decía la canción, lo que duele un verano.
Y éste, el verano, fue pasando y, por tanto, el acuerdo tenía que llegar a su fin, para bien o para mal. Había que tomar una decisión.
Pocos días antes de dilucidar un camino, una nueva cita. Le llevo dos discos de una banda de Valencia que creía le iban a gustar. Yo les había descubierto en un bar al que ella no iba y me había comprado sus dos primeros discos: ‘La Habitación Roja’ y ‘Largometraje’.
– “Toma. Escúchalos. Ya me dirás qué te parecen”.
Y hasta ahí. Ya saben. El acuerdo.
Y se acabó. Decidí. Nunca supe lo que le parecieron. No volví a recuperar los dos primeros discos de La Habitación Roja. No tuve el valor, obviamente, de pedírselos. Me los tuve que volver a comprar.
[Esta entrada la escribí un 26 de julio de 2012 en La Furgoneta Azul bajo una (fallida, en mi actual opinión) etiqueta llamada Biocríticas, en la cual pretendía revisar determinadas obras discográficas pero lejos de los habituales parámetros para hacer críticas. En fin, que es un poco, más o menos, lo que he hecho otras veces aquí, en Cienfiebres, bajo el hashtag Mi Banda Sonora y bueno, pues por eso la traigo aquí]
Txozna. Especie de caseta destinada al jolgorio, a la venta de bebidas alcohólicas y bocadillos que suelen poblar los recintos festivos de la gran mayoría de las localidades del País Vasco. Normalmente suelen estar montadas por comparsas, peñas, asociaciones, clubes y demás entidades de los diferentes pueblos.
Las txoznas huelen a alcohol, a orina, a porro y a desinfectante; en las txoznas se te pegan las manos a la frenética barra en la que el trasiego de bebida arroja líquido elemento a la misma o se te pegan los pies al piso haciendo que tu calzado adquiera el superpoder de mantenerse pegado al mismo, cual hombre mosca escalador de edificios. Las txoznas se decoran, la mayor parte de las veces, con motivos que definen a las organizaciones que las montan y también ha solido estar asociada a un carácter eminentemente reivindicativo, como sede temporal, a pie de calle, de ideologías que siempre, todo hay que decirlo, se han basado, precisamente en la ocupación del espacio público como lugar destinado a la acción social. Las txoznas saben, evidentemente, a cerveza y kalimotxo, servidos en katxis y vendidos por arrobas.
Las txoznas son fiesta y, como tal, la música ha de estar garantizada. Y, en este sentido, las txoznas suenan (o sonaban), durante mucho tiempo, a la reposición continua de grandes éxitos de ese denominado, durante muchos años, Rock Radical Vasco, con clásicos de la escena como MCD, La Polla, Kortatu, Platero, etc… O sucedáneos del estilo de Mano Negra. Sonidos que, poco a poco, se fueron “abriendo” al pachangueo habitual de muchos bares al uso.
Hace muchos años mis amigos y yo también tuvimos una txozna y, aunque coincidía casi en la totalidad de las características descritas, puedo decir, sin querer pecar de presuntuoso, que, al menos, en lo que al oído hace referencia, algo cambiamos.
La txozna del BST. Así se llamaba. La txozna del Barakaldo Skate Taldea, decorada con viejos Sancheskis colgados cual jamones y comprados prácticamente al peso en un Cash & Converters. Txozna en la que también se servía kalimotxo y cerveza, en la que tampoco olía especialmente bien y en la que, a determinadas horas, los pies se quedaban pegados al suelo como en las demás. Pero era una txozna, a finales de los años 90, en los que la mayor parte de los que la componíamos, casualmente, pasábamos de la música que habitualmente se escuchaba en el resto o, mejor dicho, coincidíamos en una serie de estilos que distaban de la banda sonora habitual ya anteriormente explicada.
Hardcore, claro (es una txozna de skate). De sus altavoces salían los rabiosos acordes de bandas como Ranzid, Offspring, Fugazi o incluso de grupos más desconocidos que comenzaban a eclosionar en Barcelona, en el sello B-CORE: From Head to Toe, Aina… Indie. Desde Los Fresones Rebeldes pasando por Los Planetas o Australian Blonde, de las Udershakers a Sexy Sadie…. se abusó de la explosión de la música independiente de aquellos años para garantizarnos, noche tras noche, la presencia de los pocos que, por aquella época, disfrutaban de estos estilos en Barakaldo. Las matinales punk… Quizá la concesión más cercana a los sonidos que comentábamos unos párrafos más arriba… Dar la bienvenida al amanecer con Eskorbuto, Rip o Cikatriz fue otro de los santo y seña que nos definieron durante aquellas fiestas. Y clásicos. Algún veterano y talludito integrante del BST también quiso llevar sus discos de los Rolling, los Beatles o la Velvet por si, de alguna manera, lográbamos captar entre nuestro efímero público a alguien que gustase de estos sonidos.
Y he aquí que, una noche, quiero pensar que de un día entre semana, el propietario del disco ‘The Velvet Undergound & Nico’ de The Velvet Undergound decide pincharlo, cuando, eso sí, la afluencia de gente al BST era menor. El álbum sonó entero mientras el grupo que formábamos el stage de la txozna degustábamos un delicioso (pongan todas las comillas del mundo) bocata de lomo o bacon, acompañado de un katxi de cerveza. Sentados en el bordillo de la acera que circundaba la parcela que se nos había asignado, dejando a la persona o personas que en ese momento tenían turno de barra. En estas identificamos a dos habituales de las anteriormente mencionadas matinales punks: dos yonkis, chico y chica, con unas cuantas copas de más o tiritos de más o chutes de más. Dos chicos que la noche/mañana anterior habían cantado, botado, bailado, gritado al son de los Distorisón o los Putakaska, fidelizándoles, de esta forma, para el resto de las fiestas. Pero he aquí, que una canción, un sólo tema, los ahuyentaría para siempre…
Llegaron cuando el lector digital de nuestro equipo de música iniciaba el barrido a la última pista del CD ‘The Velvet Underground & Nico’, esto es, cuando arrancaba ‘European Son’; probablemente, no lo recuerdo bien, ya habían pedido y habían comenzado a departir con los que estaban en la txozna, rememorando la matinal… Cuando el comienzo del mencionado tema deja entrever la voz de Lou Reed y parece que estamos ante una canción convencional… Pero en la medida en que avanzaba el largo minutaje de ‘European Son’, la cosa se iba complicando y las caras de los casuales protagonistas, sobre todo de ella, iba virando…
Muchos podrían pensar que este tema de la Velvet es el clásico que fue concebido para ser degustado en pleno colocón pero empíricamente demostramos esa noche que no; ella fue la primera en inquirir que algo pasaba, que algo sucedía y, en un primer momento, lo asoció a problemas técnicos.
– “Chicos” – exclamó – “creo que se os ha estropeado el aparato de música”.
La respuesta fue negativa. No: la canción es así.
Ante dicha contestación comenzaron a sonar improperios, emergieron peticiones para quitar esa basura y para que sonase Eskorbuto. Pero parece que era una noche de experimentación y se optó por no transigir ante las peticiones del cliente (que no siempre tiene la razón) y por acabar en su totalidad el referencial disco.
Y sí, acabaron por huir. Perdimos dos clientes. Hicimos sonar un tema que dudo mucho, permítanme, haya sonado alguna vez en ninguna otra txozna. Descubrimos que las percepciones de los oyentes pueden llevar a interpretar que una canción, aún compuesta por un genio del rock e incluída en uno de los discos más venerados del género, no es tal, si no un fallo técnico, un “creo que se os ha estropeado el aparato de la música, chicos”. Una percepción que genera una anécdota, un comentario, un escrito basado en una noche de verano de 1998 o 1999, no recuerdo bien, junto a una txozna de skate, en las fiestas del pueblo.
[A partir de aquí, lean como si estuviesen escuchando]
Bienvenidas, bienvenidos al número 3 de Cienfiebres Blogcast… hoy con una edición especial dedicada a un amigo que el pasado viernes terminó su cuarentena hogareña, en la que ha tenido que estar después de once días previos ingresado en el hospital. Va por él, por todas las personas que están enfermando estos días, por las que no, por las que salen y por las que desgraciadamente no… un amigo que me lo imagino aquí al lado, como cuando hacíamos LFA en BI FM, o sea, un apasionado de la radio, y un amigo que me lo ha puesto fácil para este programa ya que durante el proceso de convalecencia por COVID, él fue poniendo una especie de banda sonora que compartía con sus amigos… arrancamos, pues… va por ti, Jon:
Sonaba «Indestructibles», cuarto corte del álbum «Fue eléctrico» del grupo valenciano La Habitación Roja. Esta nos la mandaba Jon el 25 de marzo, tras pasar sus primeras horas ingresado, tras acudir a urgencias porque no mejoraba tras unos cuantos días de fiebre y tras diagnosticarle neumonía. Acompañaba la canción con unas palabras en la que lo que significaba es que leía nuestras muestras de ánimo y cariño. Él también nos mandaba una ración de ello desde la habitación del hospital.
Repasando la letra de este tema, hay un fragmento que, sacado de contexto o, mejor dicho, trayéndolo a esta realidad que nos rodea, cobra un siniestro sentido:
No lo recuerdan ni los viejos del lugar
Nuestros gobiernos no aciertan a concretar
Si hubo algún indicio, alguna señal
Que lo hiciera sospechar
Bueno, pues esa fue la primera que nos mandó Jon… si quieres conocer la segunda, ahí va…
Cinco días después, el 30 de marzo, fue la siguiente vez en la que el bueno de Jaet (éste era su nick en LFA) se puso en contacto con nosotros mandándonos una canción, ese «Acquiesce» de los hermanos Gallagher, single que salió en el año 1995, mismo año que salió el mítico «What’s the story morning glory» aunque no entró en dicho disco.
Junto al enlace a la canción, Jon nos decía esto: «Poco a poco voy dando pasitos para adelante. Me han bajado el oxígeno y esperan quitármelo mañana. Cuidaros y cuidad de los vuestros, becouse we need each other. Rock and roll«.
Seguimos en este programa especial… con este pepinazo…
Uno de los hits más clásicos y reconocibles de Los Planetas, ese «Cumpleaños total» que Jon usó sólo un día después de su última comunicación para traernos buenas nuevas sobre su estado, lo que le llevó a rescatar esa frase de la canción que dice «No será peor, seguro que es mejor», mensaje positivo que ha servido para titular este tercer Cienfiebres Blogcast y que inspiró a una amiga de la cuadrilla para que todo el grupo de amigos y amigas confeccionásemos un vídeo de ánimo para Jon con este tema de fondo…
Afortunadamente, esta especie de crónica musicada de un convaleciente por coronavirus va llegando a su fin…
Pues sí, final feliz. El 3 de abril Jon nos escribió desde su casa. Es más, nos envió un vídeo protagonizado por él acompañado de este clásico atemporal de Oasis (se ve que el amigo no es muy fan de los Gallagher, no…) remarcando que ya era libre de ser lo que sea…
Yo voy a recordarle que aún le quedaban dos semanas de reclusión en una habitación, lo cual me lleva a dedicarle un último tema, éste de mi cosecha pero jugando sobre seguro… no sin antes mandar ánimos a toda la gente que pueda escuchar-leer ésto desde sus casas o desde la habitación de un hospital, tratando de subrayar que a pesar de que todo esto es una puta mierda, mucha gente se recupera y sale… KEEP THE FAITH!
Así que nada, cerramos este tercer Cienfiebres Blogcast con Dodgy, grupo poco reconocido, en mi opinión, de entre las muchas bandas que cupieron en ese saco llamado brit pop y con un tema, «In a room», que es el que le quedaba a Jon para rematar esta especie de banda sonora sobre el coronavirus, su banda sonora… espero que guarde este programa como recuerdo, aunque dudo mucho que lo vaya a olvidar… Cuídense y hasta la próxima.
No recuerdo qué fue primero pero empezaré por La Furgoneta Azul. Me remonto a cosa de hace quince años o por ahí cuando, tras unas conversaciones con Edu Gong en las cuales él nos facilitaba el acceso a la extinta radio popular de PitiTako Irratia, pensamos que podría estar guay hablar de música en plan coña y pinchar canciones desde una emisora pirata. La propuesta no fructificó o quizá sería más adecuado decir que germinó en otro formato: el de la web. Web que, posteriormente mutó a blog y que, finalmente, cinco o seis años después, ahora sí, se cristalizó en un programa de radio, en la antena de Bidebieta Irratia primero y BI FM después. Espacio que se mantuvo durante siete temporadas y que tenéis enlazado por ahí, a la derecha.
Lo otro que no recordaba qué fue primero es mi participación en la SER, en Radio Bilbao. Entre 2003 y 2005, eso seguro, arrancó. Yo trabajaba como educador social en un espacio joven en el que también ejercía su labor una compañera, Ainara, a la que, supongo, le daría mis buenas chapas sobre diferentes temas cada vez que subía a fumar un pitillo. Quizá, derivado de ello y fruto de la amistad que Ainara tenía (y aún tendrá) con Azul Tejerina, un día me viene contando que ésta, Azul, buscaba gente joven para su espacio, El Farol del Sur, que se hacía al lado del curro, y que ella, Ainara, había pensado en mí y en mi hermano educabloguero Iñigo para participar. Y empezamos a acudir, claro. Y desde entonces pues aún aguantamos unos cuantos años en plan tertulianos, tratando infinidad de temas una tarde a la semana, primero en El Farol y más tarde en La Ventana. Allí conocimos a Yuri, a Iñaki, allá llevamos a Lorena (que aún aguanta al pie del micrófono con ‘De las ondas a la red‘) e incluso logré embaucar a mi señora esposa y a una amiga a participar en el espacio por eso de que hubiese más presencia femenina en la mesa. Aguantamos unos años pero también son unos cuantos ya los que han pasado desde que dejamos de acudir a los estudios de la SER. Fácil que desde 2011 o por ahí, no recuerdo bien.
O sea, que entre La Furgoneta Azul y los programas de Azul, he pasado unos cuantos años de relación, digamos, directa con la radio. Me parece algo lógico, en todo caso. Me encanta la radio. Escucharla, hacerla o participar en ella. De hecho, si hablamos de escucharla, mi relación con este medio abarcaría casi los 40 palos, o sea, desde que nací. Al menos, desde mi más tierna infancia recuerdo en casa un transistor conectado en el enchufe de la cocina. Para desayunar, para comer y para cenar. Quizá es porque no teníamos televisión en dicho espacio pero, sea como fuere, la presencia de este medio, la compañía de las ondas fue una constante desde siempre.
Al recordar lo que escuchaba, lo que he escuchado, me vienen algunos nombres a la cabeza: Iñaki Gabilondo en el Hoy por Hoy, en la SER, por las mañanas; Tomás Fernando Flores y su siglo XXI en Radio 3; el carrusel deportivo y al showman radiofónico Pepe Domingo Castaño; Diego Manrique y su Ambigú; el desaparecido Carlos Llamas, en Hora 25, también en la SER, posiblemente mi periodista favorito de siempre; el Butano, José María García, a quien empecé a escuchar con asiduidad porque en El Larguero se metían mucho, de aquellas, con Javier Clemente, entonces seleccionador español; La Rosa de los Vientos con Juan Antonio Cebrián también me acompañó muchas madrugadas; etcétera.
En fin, sirva toda esta txapa nostálgica para anunciar que, desde el pasado 5 de octubre, he vuelto a la radio. Vuelvo a sentarme delante de un micrófono. Vuelvo a hacerlo acompañando de nuevo a Azul Tejerina en su casa, en su Hoy por Hoy Bilbao, donde siempre soy bien recibido. Desde entonces, por ahí estaré una vez al mes. De hecho, hoy he vuelto a estar ahí, segundo episodio de mi nueva temporada. Si os apetece escuchar el primer capítulo, podéis hacerlo pinchando aquí, dándole al play y avanzar hasta el minuto 58; en el caso de la jornada de hoy, clickad aquí y a partir del minuto 54 podréis hacerlo. En ambos casos, si sois amantes de la radio como yo lo soy, mejor que os escuchéis el programa entero, claro está.