
para valorar algo positivamente
Pese a que un plomizo cielo nos dio la bienvenida esta mañana a nuestra llegada al aeropuerto de Loiu, parece que las deidades cantábricas se han confabulado para hacer menos traumática la transición del sol balear al clima norteño, de tal forma que se ha quedado una tarde estupenda. Temperatura y ambiente ideal para tomarme una cerveza en la terraza, mientras oigo al mayor representar un partido de la selección sub-21, veo al pequeño dibujar garabatos y a Ana leyendo el último libro de Nickolas Butler. Y sí, sigo sin tabaco. Con este contexto, decido poner el punto y final al diario vacacional pandémico.
Un epílogo que adquiere cierto carácter de evaluación. Desde la distancia y con las consabidas preguntas de familiares y amigos de qué tal, la respuesta sincera es un muy bien. Qué decir si no. Los niños han disfrutado como gorrinos en un maizal, nosotros hemos podido desconectar y descansar. Hemos vuelto morenos, supongo que – al menos yo – con kilos de más y con la sensación de que este plan vacacional (esperemos que lo de pandémico haya desaparecido ya el próximo verano) será replicable en años venideros.
Cierto es que, como he comentado en alguno de las entradas previas, hay algún momento de bajona en este modelo turístico desde la perspectiva de pensar en que los planes improvisados, el cambiar de un sitio a otro, el moverse con cierta libertad y la expectativa de encontrarse con algo o con alguien que te altere lo planificado han pasado a mejor vida o, al menos, hasta que los chiquillos tengan edad para poder plantear algo parecido o, yendo más allá, hasta que empiecen a viajar por su cuenta. O sea, mucho. Aún así, ya digo, esta primera experiencia de hotelconpulserayclubinfantil ha estado muy bien.
En ese sentido, además, creo que da un poco igual el destino. Como creo que también he comentado en este diario, Ana y yo estamos enamorados de la isla de Menorca y esta era la cuarta vez que vamos, pero es la primera en la que, prácticamente, no hemos salido del entorno de Son Xoriguer. Vamos, prácticamente, no hemos salido del hotel, más allá de unas rápidas visitas a la playa. Por ello, cuando volvamos a elegir este formato de vacaciones, lo fundamental no va a ser el destino en sí, si no el poder disponer de unos buenos toboganes acuáticos y un buen bufé.
En cualquier caso, también quiero reseñar que el hecho de que la evaluación de esta semana en Menorca tenga este carácter positivo también ha contribuido el hecho de encontrarnos en el complejo con muy buena gente con la que hemos compartido estos días. Dani, Isa, Saioa, Mauro, Bea, Marco… precisamente, en una tertulia con mi amigo Dani hace un par de noches, hablando de viajes y de ciudades y tal, yo insistía en que el valor de las mismas, en mi caso, venía determinado por las personas y las experiencias con las personas que me he encontrado en los diferentes lugares. Es decir, aunque objetivamente una ciudad pueda ser fea o caótica o poco amable o yo qué sé, si ese destino se vive con gente maja, hospitalaria y amigable, la perspectiva de ese lugar, al menos en mi caso, cambia para bien. Y por ello, estas personas con las que hemos compartido baños en la piscina, pelotazos en la terraza y demás momentos familiares, han contribuido a que un plan como el del complejo turístico todo incluído enfocado al ocio familiar e infantil, al que acudía con ciertas reservas, me/nos haya dejado buen sabor de boca.
Y bueno, pues eso, que c’est fini. Que me he dejado menciones a los bichos bola, a las salamandras, al camarero andaluz enjuto y con pelazo que podría arrancarse por soleares de un momento a otro, a varias camisetas de equipos ingleses ignotos con los que muchos guiris hooliganescos desfilaban entre las hamacas y demás… pero yo creo que ya es suficiente. El compromiso era por una semana, como reacción a una apetencia a realizar una especie de relato diario de estas peculiares vacaciones.
Aún me quedan unos días de asueto, pero, más allá de que, puntualmente, pueda lanzarme a escribir algo que me surja, este Diario vacacional pandémico (lo pandémico ha quedado en un segundo plano, lo cual habla bien de esa desconexión que decía antes) acaba aquí y ahora. Gracias a todas y todos los que habéis leído estas siete entradas y gracias por vuestras amables palabras. Me alegra saber que a muchas de vosotras y vosotros os ha gustado.