A soplar las quince velas de Ebrovision

En un rato partimos a Miranda de Ebro, Burgos. Una localidad de tamaño medio, castellana pero muy cercana a Álava y La Rioja. Una ciudad presididia por el río que le da nombre, que da la bienvenida con la visión (y olor) de su papelera. Un municipio con un fantástico equipo de fútbol, el Mirandés, respaldado por una afición ejemplar, en un estadio precioso, Anduva. Un pueblo en el que tampoco vamos a decir que su belleza arquitectónica sea reclamo para el visitante, pero sí la amabilidad de sus gentes (bueno, al menos, las que tenemos el placer de conocer)

A esas gentes que conocemos las conocemos gracias al Ebrovisión, festival de música que este 2015 cumple quince años. Tres lustros acercando a Miranda a bandas de pop y de rock y atrayendo a jóvenes y no tan jóvenes a sus inmediaciones. De hecho, nosotros fuimos yendo jóvenes y seguimos acudiendo siendo ya no tan jóvenes. Allá por 2004 fue la primera vez que nos dejamos caer en el cámping adyacente al polideportivo, cercano a La Fábrica de Tornillos, recinto que acogía los conciertos en sus primeras ediciones.

En aquella cuarta edición, nos enganchamos al Ebro. De aquella cita nació un chanante, rocambolesco, lisérgico y surrealista especial que plasmamos en La Furgoneta Azul. Nos lo pasamos increíblemente bien escribiéndolo pero aún nos lo pasamos mejor viviéndolo. De aquel fin de semana de julio, también sacamos una entrevista a los responsables del Ebrovisión de la que, a su vez, nació una amistad que, a día de hoy, se mantiene. Rami, Carol, Petros… Buena gente que siguen al pie del cañón. Y claro, con todo, volvimos.

2005, 2006, 2007. En 2008 no pude porque me pilló viajando por Italia (una pena porque, en mi modesta opinión, aquella fue una de las mejores ediciones en cuanto a cartel: Teenage Fanclub, Mando Diao… ) 2009, 2012 y, de nuevo ahora, 2015. Muchas muescas en el recuerdo: brindar con sidra con unas asturianines que celebraban una victoria de Fernando Alonso con Renault; vacilar a Loui, de los Bronco Bullfrog, en la Orosco; los Ligres; las pachangas futboleras en los aledaños de la Fábrica de Tornillos; la banda sevillana Bombones llevando en su furgoneta a mi hermano a su casa; mi hermano pidiendo una de Los Pecos a Miqui Puig; desvirtualizar a Sandra, aka Imera; que nos acompañara el mítico Edu Gong a Miranda; amanecer y amanecer cada sábado y estar jodido ya para el resto de la jornada; el hostal Las Matillas; la camiseta de Rober; el nacimiento del Panenka Syndicate en un bolo de Rinoçerose; un partido de gualdinegros contra rojillos; etcétera.

Me dejo muchas cosas en el tintero, obviamente, pero tampoco quiero pecar de pesado y nostálgico. En definitiva, que al Ebro le tenemos mucho cariño y que nos apetecía este año ir a soplar las velas de los 15 años. Además, esta edición no está nada mal a nivel de cartel. Así, a bote pronto, lo que más me apetece ver o no me quiero perder es a Airbag, Allah-las, The Hot Sprockets y Disco Las Palmeras! y lo que surja, claro, porque dejaremos que la cosa fluya ya que hay que dar abrazos, hay que charlar y habrá que tomar unas cervezas. El Ebrovision, para mí, para nosotros, es más un acto familiar que un festival de música.

MI BANDA SONORA

Pues nada, señoras, este fin de semana mi banda sonora vendrá marcada por lo que se cueza (ejem) en Miranda de Ebro. Y ya que hago referencia a mi diario musical y dado que esta semana apenas lo he actualizado por razones que no vienen al caso, un pequeño listado de lo escuchado y una despedida hasta la próxima ya que, creo que estaré unos días o semanas sin volver a dar la txapa. Tranquis, no hace falta que me lo agradezcan.

Mi banda sonora de esta semana ha estado compuesta por el primer disco de los Small Faces, «Small Faces», el «Don’t say that» de Superfood (banda que, por cierto, creía que iba a ver este fin de semana en el Multifuncional de Bayas), el «Zoot!» de Zoot Money’s Big Roll Band, The Shivas (tocan en Bermeo próximamente) y el «Ceremonia» de La Bien Querida. Eclecticismo power!

¡Salud!

* Actualización: releyendo la entrevista a la gente del Ebrovisión, caigo en la cuenta de que también estuvimos en 2003. Ale, ya.

24 de febrero. Mi Banda Sonora.

impressions

Nicolás ha dormido hoy unas dos horas con nosotros, en nuestra cama. Es la primera vez que lo hace, que lo hacemos. No sé si su presencia ha podido tener que ver en que me haya levantado tarareando la canción «Carrie» de Rusos Blancos.

Día de alertas. Por lluvia, viento y fenómenos meteorológicos propios del invierno. Alerta por invierno. Ante dichas condiciones, hemos retrasado nuestra salida de casa y he puesto el LP de Pic-Nic, el grupo de Jeanette. Me maravilla este disco aunque la lógica (hiper)actividad del pequeño impide que lo haya disfrutado en ese momento como se merece.

Me encanta ir a tomar el café al Síkera. Un bar cálido en su decoración, en el que siempre encuentro el periódico libre y una mesa apartada en la que cabemos perfectamente el carro de Nicolás y yo. Un bar con un amplio catálogo de vinos y una buena barra de pintxos. Un bar que a Holden Caulfield le parece un tanto burgués. Al menos, algo así me insinuó una vez en una conversación en la que llegamos a establecer una suerte de relación entre bares y estrato social. ¿Soy menos obrero por ir al Síkera? Dudas de clase (trabajadora) que espero exponer próximamente en un post.

Que me gusta el Síkera, decía. Además, ponen un taquito de tortilla de patata gratis con el café. Una tortilla – como el resto de pintxos y el menú del restaurante – cocinada, obviamente, por el cocinero. Un simpático tipo que tiene ubicado su lugar de trabajo junto a mi mesa. Un tipo que siempre saluda y que hoy se ha dirigido a Nicolás por su nombre, por su diminutivo. Por Nico. Es un tipo que, además de ser el responsable gastronómico del garito, también se encarga del aspecto musical. Y, en este sentido, también tiene muy buen gusto. Y ese buen gusto es otro de los factores por los que me gusta ir al Síkera. Me gusta el Síkera. Mucho soul: Al Green, Ray Charles, Stevie Wonder. En homenaje al cocinero del Síkera, cuando hemos vuelto a casa hemos puesto el disco «This is my country» de los Impressions, posiblemente mi conjunto favorito del estilo. Nicolás ha estado más entretenido con otras cosas y, por lo tanto, no ha estado pendiente de apagar el equipo o tirar el plato y, así, me ha dejado disfrutarlo. Tanto lo he hecho que lo hemos puesto dos veces.

A la tarde he recibido un correo que informaba que el próximo 6 de marzo sale a la venta el nuevo disco de La Bien Querida. Dicha noticia me ha servido para recordar que su anterior trabajo me pareció interesante y con el fin de corroborarlo (o no) me he puesto ese «Ceremonia» en Spotify. Y sí, no está mal. Pero hasta ahí.

Y esta ha sido la banda sonora de mi 24 de febrero de 2015.

7 de enero. Mi banda sonora.

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Se acabó la Navidad. Vuelta a la rutina. Vuelta a escuchar música desde el teléfono móvil, desde el PC del trabajo. Vuelta a Spotify.

Me han gustado mucho las portadas (o la portada, no lo sé) de los EP’s que está sacando La Bien Querida antes de su cuarto álbum. Los he escuchado. No me dicen demasiado aunque tampoco es que les haya prestado excesiva atención. Sí me ha gustado comprobar que sigue por los derroteros de su anterior disco.

He leído en Dod Magazine que Belle & Sebastian estrenan nueva canción. Me he ido a la mencionada plataforma para conocer los adelantos de lo que será su nuevo trabajo. La primera canción que he escuchado – ‘Nobody’s empire’ – me ha desasosegado un poco. Y lo ha hecho porque me ha dado la impresión de que se repiten más que el ajo. Y esa sensación en una de mis bandas favoritas, pues eso, me preocupa. Luego con ‘The Party Line’ y ‘The Cat with the Cream’ me he reconciliado un poco y, a buen seguro, acabaré pillando el disco. Y, claro, una cosa lleva a la otra y me he puesto el ‘If you’re feeling sinister’. Su escucha ha producido que vuelva a pensarme seriamente lo de si cerrar ya mi relación con los escoceses.

Esta ha sido mi banda sonora del 7 de enero de 2015.