Cosecha 2017. El resto de MI 2017. Y Fin.

Pantomima Full. El procès. El vídeo de Silvia Charro e Iván Pérez. La equidistancia. Las Fake News. Trump. La turismofobia. La aporofobia (próximamente, espero, en EducaBlog). La crisis de los Rohinya. El fichaje de Neymar. El terrible atentado de Barcelona. El centenario del Baraka. Etcétera.

En el párrafo anterior, algunos de los hitos o noticias que así, a bote pronto, me sobrevienen pensando en estos doce meses que dejamos atrás. Y sí, me faltarán cosas y puede que, incluso, me sobren otras. Acontecimientos todos ellos que nos han rodeado a ti y a mí por estar a este lado del Atlántico o en esta parte de arriba del hemisferio.

Y si miro hacia mí mismo, si analizo el 2017 en un plano más personal, ¿qué veo? Pues lo que se deduce de esta mera acción: una cierta egolatría propia de mi perfil 7 en un eneagrama. Sí, ya lo digo en el «About» del blog, pero mi compañero, jefe y amigo Kepa me ha insistido este año en que uno de los rasgos que más me definen es la gula, el ansia por todo o, mejor, por muchas cosas; ahí están los discos, los libros, etc… que he listado estos días. Todo sin profundizar. No lo necesito. Mi pulsión es la propia gula en sí misma. Por eso Kepa me dice que le parece muy acertado lo de las cien fiebres.

Kepa. Kepa y Ana. Citarles es recordar que este año he vuelto a trabajar con ellos tras año y pico de paréntesis laboral. Paréntesis que empleé en currar en otro ámbito, en otras cosas, con otras gentes (MArije, Susana, Yolanda, Iratxe, Quique…) Pero he vuelto, en 2017, a la cooperativa.

También decía algo de ansia, equiparándola con la gula. De ansia o, mejor dicho, de ansiedades, algo he aprendido este año. A identificar sus síntomas, al menos. Me queda decidir si profundizo en ellas un poco más, tratando de adivinar sus orígenes o, como buen cienfebrista, me quedo, por el momento, ahí, en la superficie.

Las Cien Fiebres. Pues lo dicho: música, mucha. Discos, canciones, conciertos. Libros. Más cine que otros años (me congratulo por ello) Fútbol. Este año, además de mi filiación gualdinegra, me he hecho socio de los Bilbao Reds. También me he afiliado o adscrito de forma oficial con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

¿Más? Bueno, no sé. He intentado escribir más en clave ficción. Inicié un conato de serial en el que me comprometía conmigo mismo a escribir una pieza semanal. Obviamente, no lo conseguí. Parece que me conocí ayer. Pero bueno, estoy contento con algunas de las cosas que surgieron (ahí las tienes, por si te apetece echar un vistazo) Desde ese planteamiento más ¿creativo, creador? (descojónense si quieren), he tenido algunas colaboraciones con otros blogs o medios (con Histórico Barakaldo, con Crónica Deportiva Sentimental y, además, he vuelto a la radio)

Y no sé. No sé qué más queréis que os diga en esta especie de retrospectiva egocéntrica del casi finiquitado 2017. A decir verdad, para escribir todo esto que habéis leído hasta ahora, he tenido que acudir al archivo del blog, a las redes sociales y a lugares en los que, de alguna forma, haya podido quedar registrada parte de mi actividad este año. Tengo mala memoria y estas herramientas me han ayudado. Supongo (bueno, no supongo, sé) que hay muchas más cosas que han dibujado esta decimoséptima anualidad del presente siglo en mi persona pero no me voy a preocupar más en hallarlas.

Para acabar, dos nombres. Estos dos los tenía en la cabeza desde el momento en que me senté a escribir este post. Los he querido dejar para el final porque, en realidad, son los dos nombres que preveo más van a protagonizar el próximo 2018, sobre todo uno de ellos. Imago (del que, en realidad, algo ya pueden saber porque es un proyecto que lleva dos años de andadura y parece que, por fin, va a fructificar en breve) y, sobre todo, Telmo. Este va a ser, sin duda, el nombre de 2018.

Queridos lectores de Cienfiebres, disfruten mucho y que tengan una muy feliz entrada de año. Un abrazo.

Cosecha 2017. El fútbol.

Este 2018 entrante el Athletic Club de Bilbao cumplirá 120 años. Es decir, hace dos décadas, el insigne equipo rojiblanco celebró su centenario. Este 2018 entrante yo cumpliré 40 palos. Es decir, cuando el Athletic celebró sus 100 años yo tenía 20. Cuando yo tenía 20 años, es decir, hace casi 20, mi mirada estaba puesta 19 años más adelante, o sea, en 2017. Cuando el Athletic celebraba su centenario supongo, que no me acuerdo bien, los actos para dicha onomástica se sucederían en toda la provincia: homenajes, charlas, logos, partidos especiales, etcétera… y yo elucubrando cómo sería el 2017, el año en el que mi equipo, el Barakaldo CF, celebrase los 100 años. Ese año acaba mañana y lo que sí es cierto es que el centenario del Baraka ha sido especial pero, desgraciadamente, no de la forma que uno hubiera esperado.

Y eso que la cosa empezó bien. A principios de enero se inauguró el Centenario del Barakaldo CF con una muy emocionante gala en el Teatro Barakaldo. En dicho acto, se rindió homenaje al pasado y al presente de la institución, se miraba al futuro con ilusión, se respiraba una bonita cohesión social e incluso, deportivamente, pese a que en aquellos momentos la marcha del equipo no era la mejor, los logros alcanzados en la campaña anterior le llevaba a uno a sentirse optimista. Eran los primeros días del primer mes de 2017, del año del centenario de nuestro querido club. Días de vino y rosas. Pocas semanas después, todo saltó por los aires.

La destitución por parte de la actual directiva del Barakaldo CF del hasta entonces entrenador, David Movilla, supuso un cisma en el seno de la entidad. Esta decisión fragmentó a la, ya de por sí, diezmada masa social gualdinegra. Deportivamente, la incorporación de Gonzalo Arconada como inquilino del banquillo de Lasesarre en sustitución de Movilla, no mejoró el devenir del equipo que se salvó matemáticamente del descenso a tercera en la última jornada. Ante tal medida, además de lo enrarecido del ambiente, se sucedieron los dimes, diretes, ruedas de prensa, comunicados, asambleas extraoficiales, asambleas oficiales y denuncias. El centenario, insisto, a tomar vientos.

Por más que a partir de todo aquello se tratase de devolver a la entidad una cierta tranquilidad y que se organizasen actos para celebrar el cumpleaños, todo se había ennegrecido demasiado. Muchos con el cuchillo entre los dientes ante cualquier movimiento de los otros y los otros en una actitud absolutamente a la defensiva ante cualquier comentario de los muchos. Los socios y socias del Barakaldo CF, insisto, partidos por la mitad.

La llegada de Larrazabal como nuevo máximo responsable técnico con el inicio de la nueva campaña tampoco es que haya generado especial ilusión. Personalmente, no veía ni veo ahora un bagaje y una experiencia en el de Loiu como la que me hubiese gustado para dirigir la nave gualdinegra, aún más cuando las aguas bajan turbulentas por Galindo. De hecho, muchos rumores apuntan a que la venida del ex lateral izquierdo del Athletic responden más a intereses económicos que a deportivos, toda vez que al Barakaldo le toca indemnizar al ex míster, Movilla, con casi 83.000 euros, después de que la justicia haya acreditado, en dos instancias, que el despido del entrenador fue improcedente.

Sea como fuere, la temporada 17-18 ha empezado de forma irregular, poco ilusionante, pese a que justo al final de año se ha recuperado algo de fuelle de cara a afrontar la segunda vuelta. Esa desilusión se entremezcla un poco con una sensación de frustración dado que se tiene la impresión, en general, que este año el equipo goza de una plantilla llamada a hacer grandes cosas. Quizá tenga que ver el tema del apotema que, de una forma u otra sigue sobrevolando todo el entorno del club.

Y el centenario, decíamos. Pues, volviendo al principio, creo que no nos hemos acercado a lo que consiguió el Athletic hace casi 20 años.Obviamente, ese no podía ser el objetivo por una mera cuestión de que nuestro club no dispone de los mismos recursos ni de los mismos apoyos que la entidad de Ibaigane. Pero, a pesar de ello, no sé, me quedo con la sensación de poca capacidad de creatividad, de implicación, de iniciativa. Y lo digo a sabiendas (de manera directa) de la existencia de una comisión del centenario a la que, me temo (la abandoné antes de que empezasen a concretarse asuntos), no se le ha hecho caso en muchas de las propuestas que se planteaban. El partido del centenario contra el propio Athletic (cuando en asamblea se había sugerido que fuese otro rival), cobrando a los socios, con un logo elegido de una forma, cuanto menos, poco profesional, poca visbilización en la calle, pocas actividades para difundir la efeméride por el pueblo, por sus barrios… ni un documental, ni un serial de entrevistas, ni un… no sé. Quizá (lo pensaba esta mañana mientras asistía a contemplar un partido entre la primera plantilla y jugadores históricos que han vestido la zamarra gualdinegra, una bonita iniciativa, por cierto) esta impresión sería distinta si toda la movida iniciada en marzo, si la división del club, de su masa social, etc, no hubiese ocurrido. Creo que si nada de esto hubiese pasado y las actividades para conmemorar los 100 años hubiesen sido las mismas, el sabor no sería tan agridulce como el que ahora tengo, a poco más de 24 horas de que acabe el año del centenario. Inolvidable ha sido, eso seguro, aunque, visto lo visto, mejor olvidar.

Y si nos ponemos beligerantes, ¿a quién culpabilizar de todo este desaguisado, a quién responsabilizar de que el centenario sea como haya sido, sobre todo en cuestiones que no deberían haber tenido nada que ver con el mismo? Este club, el Barakaldo CF, pese a pertenecer a una ciudad de alrededor de 100.000 habitantes, lo vivimos muy seriamente mil y pico seguidores. Somos una pequeña localidad en la que todos nos conocemos y en la que el teléfono descacharrado funciona de maravilla, o sea, muy mal. Eso provoca que las versiones de unos y de otros circulen de un lado a otro golpeando a diestra y siniestra. Nadie explica nada. Nadie habla claro. Creo que la directiva lo tenía que haber hecho. Tenía que haber sido mucho más explícita a la hora de argumentar el porqué de una decisión que sabía (lo tenía que saber) que iba a alterar tanto a la institución. No vale que nos quedásemos con la coletilla de «os vais a enterar cuando se sepa todo». El centenario acaba y, de momento, lo único que sabemos, lo único objetivo en todo esto es que el Barakaldo CF, su actual junta directiva, ha sido condenada a indemnizar al anterior entrenador por despido improcedente. Eso le cuesta a las ya de por sí depauperadas arcas del club 83.000 euros aproximadamente, cerca de un 10% del presupuesto anual, pese a que este gasto ya se ha contemplado en el presupuesto de la temporada actual. ¿Responsabilidades? No.

En fin, voy a dejarlo ya. Mi intención era exponer que este año estaba marcado en rojo en mi calendario vital-gualdinegro y que, desgraciadamente, se ha ido al garete. Que no es más que una fecha, que intentaremos disfrutar del año 101 y del 102 y del 103…, que a pesar de todo, seguiremos estando ahí (subjetividades emocionales a menudo incoherentes que a uno le hacen mantenerse con lo que ama) y que ojalá en la cosecha 2018 el tono pueda ser otro bien distinto, aún con la certeza de haber tenido el privilegio de vivir una efeméride que ya no volveré a vivir.

¿Hay vida balompédica más allá del Baraka? La hay, en clave red, claro. La era Klopp del Liverpool sigue su curso con ilusión deportiva (plagada de sustos) aunque un poco decepcionado porque el conjunto a la orilla del Mersey se sumerge en los preceptos del (odiado) fútbol moderno. Y sí, que ya sabíamos que jugaba en esa liga (y nunca mejor dicho) pero quizá es que aún ando un poco resquemado con la noticia de hace apenas 48 horas de que el Liverpool FC ha pagado la friolera de casi 84 kilopondios al Southampton por el defensa holandés Van Dijk, convirtiéndose desde entonces en el zaguero más caro de la historia. Y que sí, que se me pasará, que además era necesario reforzar esa línea (¿por tanto?) y que si el tulipán funciona y la defensa se arregla puede ser un equipo llamado a ganarlo todo habida cuenta de la calidad que atesora de tres cuartos de cancha para adelante, etc… pero que, pffff, que sigo prefiriendo a mi Baraka, con todos sus defectos, que este tipo de movimientos.

Y eso, que este 2017 se ha producido la barrabasada padre en lo que se refiere a tema pasta con el obsceno traspaso de Neymar al PSG, movimiento que, al fin y al cabo, un equipo como el Liverpool, acabe pagando equis por un defensa. Por ello, porque más allá del Baraka, tampoco hay mucho más que me interese en el fútbol-espectáculo (pero no seré hipócrita: a ver si me bajo al bar a acabar de ver el Liverpool – Leicester) por lo que, tras todo lo dicho, aquí lo dejo.

* En la imagen, la preciosa camiseta del centenario del Barakaldo CF, lucida por el capitán del equipo, Galder Cerrajería, el día de la gala.

Cosecha 2017. Las pelis.

No me extenderé. Este año, por hache o por be, he visto más cine que en los anteriores. Al menos, desde que hay registro cienfebrista. La hache y la be son la vuelta a unos, vamos a decir, extraños horarios derivados de mi cambio (regreso) de curro y por haberme suscrito a Filmin, respectivamente. Sí, un contagio consumista, fruto de los tiempos que nos ha tocado vivir, me llevó, finalmente, a adherirme a una de las tan en boga plataformas en streaming y elegí la mencionada precisamente porque es la que mayor oferta de películas tenía (no soy tan de series como muchísima gente que me rodea)

A pesar de ello, tampoco se vayan a creer que el cine consumido es propio de un cinéfilo empedernido ni nada por el estilo. Unas cuantas películas (19 concretamente) que, a continuación, les acerco en un simple alarde de querer compartir gustos o ideas, de querer hacerme el interesante, de continuar con el folklórico rol diecembrista que nos lleva a propagar lo que consumimos en forma de listas o vaya usted a saber qué oscuro objetivo más hay detrás de esta (y las otras paridas recolectadas bajo la etiqueta Cosecha 2017) actividad.

No me extenderé con la(s) lista(s). Sólo menciones. No me atrevo a diseccionar lo que he visto (aunque bien que lo he hecho con los discos y los libros y la capacidad, en realidad, es la misma). Yo ahí las dejo. Quiero pensar (repensando las motivaciones para escribir estos post) que lo que sí que puede molar es ver estas entradas dentro de, qué sé yo, 20 o 30 años. En fin. Que no me extendía, decía.

PELÍCULAS DE 2017

5.- Selfie (Víctor García León)
4.- Trainspotting 2 (Danny Boyle)
3.- Renta Básica (Free Lunch Society) (Christian Tod, 2017)
2.- Verano 1993 (Carla Simón)
1.- Dunkerque (Christopher Nolan)

PELÍCULAS VISTAS EN 2017 (QUE NO SON DE 2017)

14.- Bande à part (Jean Luc Godard, 1964)
13.- Asesinos Natos (Oliver Stone, 1994)
12.- Nymphomaniac (Lars Von Trier, 2013)
11.- Luna Nueva (Howard Hawks, 1940)
10.- Liberation Day (Ugis Olte y Morten Traavik, 2016)
9.- Moby Dick (John Huston, 1956)
8.- Fanny y Alexander (Ingmar Bergman, 1984)
7.- Amama (Asier Altuna, 2015)
6.- Moonlight (Barry Jenkins, 2016)
5.- Los 400 golpes (François Truffaut, 1959)
4.- La soledad del corredor de fondo (Tony Richardson, 1962)
3.- La La Land (Damien Chazelle, 2016)
2.- El Club (Pablo Larraín, 2015)
1.- Amour (Michael Haneke, 2012)

Imagen vía mi colección de Paredes que Hablan

Cosecha 2017. Los cómics.

Pues eso. Ya os lo dije ayer. A diferencia de las cosechas de años anteriores, en esta de 2017 me he decantado por distinguir al género cómic-tebeo-novela gráfica en un post específico. La razón es que han sido unos cuantos los que han caído durante este año, seis concretamente, número que, después de leído, tampoco es para tanto pero, al final, haber unido esta lista con la de libros habría dejado a esta última demasiado extensa. Y además, ¡qué coño!, que tampoco tengo porque andar justificándome, copón, y que puestos a hablar de extensión, bastante me estoy extendiendo ya con este preámbulo y mejor me callo y os dejo con los seis cómics que he leído en este curso que se nos va ordenados, nuevamente, del que menos me ha gustado al que más y con la peculiaridad de que sólo uno de ellos se ha editado este año. Arf, arf, arf.

6.- LOS IGNORANTES (Étienne Davodeau): Vino y cómics. Y aunque me acerqué a este título pensando más en el primero de ambos elementos (y ha estado guay conocer más sobre sus procesos de elaboración, sobre el concepto de la biodinámica y sobre los vinos bio), al final he tomado más notas sobre títulos de tebeos. En ambos casos, uno de los grandes leit motiv de «Los ignorantes» es la reivindicación de lo artesanal y el decrecimiento. En definitiva , una obra muy bonita.

5.- LA GRIETA (Carlos Spottorno y Guillermo Abril): Interesante ejercicio periodístico en formato foto-cómic. La vida en las fronteras, en las lindes de la UE: refugiados, migrantes, policías fronterizos, población de esos lugares… un fresco con el que visualizar el tiempo que nos está tocando vivir y que genera una cierta sensación de desasosiego al pensar: ¿se acabará por fracturar completamente esa(s) grieta(s) que nos rodean por toda Europa?

4.- INTRUSOS (Adrian Tomine): Extraordinario. Fantástico. Un cómic que me tocó en un sorteo y que he disfrutado increíblemnete. Seis historias en los que es como si a Raymond Carver le hubiese dado por dibujar viñetas y hacer comedia negrísima. Lo dicho: extraordinario.

3.- EL ALA ROTA (Kim / Antonio Altarriba): Le falta la emotividad que su reverso, El Arte de Volar, alcanza con las viñetas oníricas y la «heroicidad» de Antonio. Lo compensa con el retrato de una historia, una época y con el protagonismo de tantas mujeres como Petra, heroínas también, qué duda cabe. De nuevo, un enorme 10.

2.- LA BALADA DEL NORTE – TOMO II (Alfonso Zapico): «Esto de la Revolución es una milonga, porque nos dijeron que era el sueño de todos pero era mentira. Era el sueño de cada uno». Excepcional el segundo tomo de ‘La Balada del Norte’. Mi sueño es, en breve, acabar de completar la enrome trilogía de Zapico.

1.- GORAZDE: ZONA PROTEGIDA (Joe Sacco): Brutal. Terrorífico. Aunque Sacco incluya capítulos sobre la cotidianidad en la vida de sus amigos de Gorazde, las canciones yankees de Riki y otras anécdotas para desengrasar, los testimonios y el relato de la guerra tanto en la ciudad protegida como, por extensión, en toda Bosnia, son espeluznantes. Acojonantes. Los dibujos del autor también contribuyen. Esas caras retorcidas, esos primeros planos exagerados… ufff… me ha removido mogollón. Y eso es extraordinario.

Cosecha 2017. Los libros.

Llega el turno de las lecturas del año. Los libros sin viñetas ya que, habida cuenta de que este año he incrementado el número de cómics que han caído en mis manos, les dedicaré un post ad hoc. No me enrollo más. Son 16 los títulos que he leído este 2017 de los cuales cuatro han sido editados en dicho curso (curiosamente, tres de ellos han sido los últimos que he leído) Como veréis, hay variedad de estilos y géneros. Ahí van, ordenados de peor a mejor calificación.

16.- MÚSICA DE MIERDA (Carl Wilson): Admito que quizá esperase algo más ligero, menos académico, un ensayo menos ensayo… Quizá se ha debido a que lo leí durante las fiestas de Navidad de 2016-17 por lo que, al final, por hache o por be, no acaba uno de abstraerse lo suficiente. Sea lo que sea, este ensayo sobre los gustos (buenos y malos), sobre las tendencias, las modas, etc, a partir de la obra y figura de Celine Dion, me ha dejado un poco frío aunque ya digo que quizá merecería otra lectura más sosegada.

15.- DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE ESCRIBIR (Haruki Murakami): No me extenderé. No es Murakami uno de mis novelistas favoritos, la verdad. Quizá nunca he acertado con sus títulos excepto una vez: cuando, precisamente, se puso el traje de ensayista y disertó sobre la actividad de calzarse unas zapatillas y salir a correr. En aquella ocasión, me encantó. Motivado por aquella experiencia me acerqué motivado a este «De qué hablo cuando hablo de escribir» y, la verdad, me sigo quedando cuando hablaba de lo de correr.

14.- EL CAFÉ CELESTIAL (Stuart Murdoch): Nada, que sigo sin encontrar títulos escritos por músicos que admiro que me satisfagan completamente. En este caso, salvo algún momento que otro, lo mejor que he encontrado en esta especie de pseudo diario de Stuart Murdoch, líder de mis idolatrados Belle and Sebastian, han sido las playlist que puedes hacerte con su lectura y el hecho de que me ha dado pie a ponerme a menudo a la banda escocesa.

13.- CAMINAR (Henry David Thoereau): Librito de 60 páginas basado en una conferencia de Thoreau defendiendo el acto de deambular y la conexión con la naturaleza y el estado salvaje. Salvando algunas reflexiones realmente buenas, me ha parecido muy dogmático a veces y caótico otras.

12.- EL HIJO DE LA HUIDA (Carlos Télez Sedano): Debut novelístico del escritor barakaldés Carlos Télez. Los amigos, el barrio, la búsqueda trepidante de emociones, la música, el amor… una retahíla de temáticas que se tocan con un protagonista como hilo conductor quien, efectivamente, no deja de huir aunque, a mi modo de ver, no consigue nunca escapar.

11.- ANTES DE ONOCERNOS (Julian Barnes): De cómo enfermar de celos. De celos pretéritos. Celopatía retrospectiva. Este hombre, Barnes, siempre remueve, oigan.

10.- YUGOSLAVIA, MI TIERRA (Goran Vojnovic): Me compré este libro sin leer la sinopsis. Mis expectativas al hacerlo era la de leer un ensayo o un detallado reportaje histórico sobre la guerra en los Balcanes de principios de los 90. Sin embargo, ‘Yugoslavia, mi tierra’, es una novela personalísima en la que el conflicto en cuestión es un (importante o determinante) atrezzo que contextualiza una historia personal o familiar del protagonista que tiene, en definitiva, más de psicológico (¿constelacional, sistémico?) que de histórico. Recomendable título, con todo, aunque a veces peca de ser un poco abigarrado.

9.- ES MUY RARO TODO ESTO (Pablo Martínez Zarracina): Cincuenta y cuatro piezas después, es decir, tras acabar «Es muy raro todo esto» de Pablo Martínez Zarracina y, por tanto, tras desternillarme un buen rato, me reafirmo en lo que suelo proclamar en diferentes espacios: Zarracina es uno de los mejores columnistas que tenemos en España. Muy puto amo.

8.- LA NOCHE DE LA PISTOLA (David Carr): El que fuera prestigioso periodista del New York Times, David Carr, se aplicó muy mucho durante una época larga en una máxima: «moderación en todas las cosas, especialmente en la moderación». De esta forma, fue, durante mucho tiempo, un gran y aplicado drogadicto. Tan largo fue el periodo, que son abundantes las lagunas y, por ello, Carr decide emplear sus capacidades periodísticas y las herramientas que la profesión le dio para indagar sobre sí mismo, labor que plasma en este muy recomendable libro, complementándolo con su «transfromación» (no sin mucho esfuerzo) en una «persona normal».

7.- PATRIA (Fernando Aramburu): La historia de «Patria». El verdadero asunto en «Patria» son sus siete protagonistas y su pueblo y el contexto político, social y cultural. Y el terrorismo de ETA. Sí, también. El estilo coral, con saltos en el tiempo, con intercambios constantes de personas (de la primera a la tercera y, de ahí, a la segunda, etc), la profundización en su psique, el efecto «best-seller» que te engancha, etc… El posicionamiento. Sí, el autor se moja, se posiciona al lado de las víctimas pero empatizando, a mi modo de ver, con todos los implicados. Y lo que cuenta, todo lo que cuenta, es perfectamente real, ha sido real. Ha ocurrido o ha podido ocurrir. Sí, me ha gustado mucho el libro, el fenómeno «Patria».

6.- FARIÑA (Nacho Carretero): Qué, quién, cuándo, dónde, cómo, por qué y demás del narcotráfico en Galicia respondidas de una forma ágil, amena, muy entretenida. Un extraordinario trabajo que por momentos le lleva a uno a alucinar de lo que se vivió (y aún se vive aunque sin tanto eco mediático) en esa maravillosa tierra.

5.- MOBY DICK (Herman Melville): Ha sido mi año Melville. Y de tres de sus títulos, éste, el más conocido y aclamado, su obra máxima, es la que menos me ha gustado afirmación ante lo cual no entiendan que le hago de menos o que me ha resultado decepcionante o que es una especie de posicionamiento snob. Ni mucho menos. Pero sí admitiré que esos extensos capítulos dedicados con fruición a la cetología y a los más diversos e insignificantes detalles referidos a la «industria ballenera» son duros y pesados, aunque creo que, tras leerlo, son necesarios porque ejemplifican muy bien la obsesión (gran protagonosita del libro) a la que arrastra el capitán Ahab a Ismael, al resto de la tripulación y, por último, al propio lector. Un artefacto, con todo, inaudito e impresionante.

4.- BILLY BUD, MARINERO (Herman Mellville): A diferencia de «Moby Dick», esta pequeña obra, más simple, más directa, más dinámica, me ha llegado más. Y no por su poca extensión o su ligereza hay que pensar en que no esconde mucha miga. Todo lo contrario. Esta maravilla (la edición de Alba Clásica en la que lo he leído es una preciosidad) nos plantea conflictos como el de la virtud frente a la justicia (de guerra) o el de la inquina frente a la ingenuidad. En fin: simplemente, magnífico.

3.- BARTLEBY EL ESCRIBIENTE (Herman Melville): Este ya era favoritísimo. Ya lo leí en su día y ya me impactó. Pero la edición que he degustado este año, de Alianza Editorial, ejemplar con preciosas ilustraciones de Stéphane Poulin, me lleva a situarlo como mi tercer libro favorito del año.

2.- EL REGRESO DE REGINALD PERRIN (David Nobbs): La secuela de la inconmensurable «Caída y auge de Reginald Perrin». Si aquella era (es) de 10, esta no le va a la zaga. Hilarante. Jardielista con acento de Clinthorpe. Descojono continuo sin perder la vis trágica. Si alguna vez me da por escribir, me gustaría imitar a Nobbs en su saga Perrin aunque no creo que me acerque.

1.- EL RUIDO DEL TIEMPO (Julian Barnes): La valentía de sobrevivir siendo un cobarde en medio del pánico. El mejor libro que he leído este año. El mejor de los últimos años. Probablemente, el mejor que leeré en los próximos.