
Como decía Petchey, a Cunningham «todo le influenciaba», lo que puede parecer una crítica a su ingenuidad, pero también puede interpretarse como una receptividad a nuevas ideas y una voluntad de participar en el mundo más allá del fútbol. (…) «Si se obsesionaba con algo, todo lo demás, los partidos, los entrenamientos, todo se esfumaba. Y eso no significaba que estuviera pensando en algo especialmente importante. Al poco tiempo, cambiaba y pasaba a obsesionarse con otra cosa».
Fragmento del libro ‘Different Class. La historia de Laurie Cunningham’, de Dermot Kavanagh, editado en castellano por Colectivo Bruxista.
Laurie no lo sabía, pero era un Cienfebrista.