
«¿Por qué las chicas no enseñan las tetas en la piscina?». Dudas infantiles, sinceras, lógicas habida cuenta que hoy nos hemos tirado buena parte de la mañana en la playa, donde, ahí sí, algunas chicas hacen topless, actividad que, por lo que sea, no ejercen en la piscina. Y ya de paso, me permiten que me reitere en algo que dije el año pasado: yo no soy muy de playa, pero podría quedarme a vivir en los paradisíacos arenales menorquines.
La pelota para la piscina de Telmo ha vuelto a ser objeto de disputa con una niña italiana. A diferencia de su compatriota del día anterior, ésta, Anna, ha tenido a bien permitir a mi chiquillo jugar con SU pelota. De hecho, han acabado trabando una pequeña amistad y nosotros, los padres, departiendo amigablemente en un macarrónico (¿nunca mejor dicho?) y supongo que ridículo dialecto que combinaba ambos idiomas.
Hablando de dialectos… continua en el hotel un camarero andaluz que ya el año pasado me llamó poderosamente la atención. Alto, enjuto, más seco que la mojama, con unas pequeñas lentes y un pelo poblado, canoso y con pinta de ser áspero, como una especie de Scotch Brite, creo que me entendéis. Simpático, resuelto, saleroso, sonriente. Posiblemente, el único miembro de la plantilla al que le preguntaría a qué hora acaba su turno para esperarle, que coja su guitarra (porque, vamos a ver, tiene que tener una guitarra) y corrernos una farra. Sí, amigas y amigos, así discurre mi calenturienta cabeza al regresar a la hamaca de coger una caña y que me atienda el susodicho.
«No sé por qué ha puesto el himno de Francia pero sólo sé que es súper bonito». Nicolás, expresando con emoción lo que ha sentido después de que un mago haya puesto para una parte de su show, el himno del país vecino. Os podéis imaginar lo pobre de la actuación del ilusionista cuando mi primogénito sólo ha destacado ese hecho.
«Juguemos a decir nuestros momentos favoritos del día». Oigan, qué ilusión me ha hecho cuando Telmo ha planteado esa propuesta antes de ir a la cama. He pensado en lo bien que están enseñando este tipo de cosas en el colegio y tal, pero luego ha resultado que es algo que ha visto en unos dibujos animados. Bueno, no pasa nada. Lo adoptaremos como práctica evaluadora diaria. Ah, que ahora querréis saber esos momentos, claro. Bueno, pues Telmo ha referido sus cada vez más atrevidos baños en la piscina grande; Nicolás ha recordado su variedad de saltos también la piscina; Ana, el rato que hemos pasado en la playa y yo la pedazo de siesta que me he echado después de comer.