No me suelo acordar de lo que sueño. Me fastidia porque, aunque a veces pueden ser desagradables o molestos, me parece algo fascinante. Por eso y por algo que leí hace poco en no sé dónde, me he puesto como propósito para 2021 crear un Diario Onírico; un registro de mis sueños en una libreta que dejo en la mesilla o en el móvil, de las imágenes que recuerdo de ellos según me levanto. Y trasladarlas aquí, a Cienfiebres, claro.
3 de enero de 2021
Una televisión en una posición elevada. Demasiada gente en un pequeño habitáculo dirigiendo su mirada a ella. Juanma, entre esas personas, con una niña pequeña en brazos.
5 de enero de 2021
Estamos en casa de mi hermana. Eneko, vestido con una equipación de fútbol que no recuerdo, quiere masturbarse. Ana, Aitor y yo reímos.
Luego estoy en una calle con Alberto. Nos encontramos con Adrián y Enya. Ésta va a un coche en cuyo interior hay un niño pequeño. Un bebé. Yo porto unas pizzas que deposito en otro coche, al que nos montamos Alberto y yo. Conduzco pero algo o alguien no nos deja avanzar por una carretera. Alberto quiere comer, pero no las pizzas, pero se baja, se dirige a un portal y allí llama por el interfono a un tal Asier, a quien no conozco. El tal Asier no baja y, finalmente, nos vamos a comer Alberto y yo. Sin embargo, Alberto no entra al restaurante. Yo sí y empiezo a comer. Creo que es pasta o algo así. Poco tiempo después, entra Alberto con una señora a la que tampoco conozco. Se sientan al lado mío, se quitan las mascarillas y acercan sus rostros. No guardan distancia. Me siento incómodo. Otra señora de una mesa adyacente no puede tolerar ese comportamiento y nos lo hace saber y dice que ella ha estado con depresión derivada de la pandemia…