¡Qué cabrón, Berlanga! Tómese como piropo. Empleo a menudo esa expresión cuando quiero señalar que alguien ha dado en el clavo. Sabéis a qué tono me refiero, ¿no? El típico de qué cabrón y a continuación un aplauso de reconocimiento y un gesto en el rostro de máxima admiración. Pues eso: ¡qué cabrón, Berlanga!
Aplaudo a Luis García Berlanga después de haber visto esta semana «El verdugo«, producción hispano-italiana del histórico director con guión de Rafael Azcona. Fantástica. Mi mayor ovación para esa escena en la que José Luis, el heredero del puesto de verdugo, tiene que ir a cumplir con su trabajo, tiene que ir a ejecutar a un reo y él es el arrastrado al cadalso como si fuese el condenado. La imagen que acompaña estos párrafos, vaya.
Fantástica. ¡Qué cabrón, Berlanga! Nos ha señalado a todos los verdugos que no queremos ejercer de ello. A cuántos se empuja, a cuántos se nos empuja diariamente al cadalso a cumplir con el trabajo sin querer, aceptando con resignación el cometido para tener acceso al pisito, en el que vivir con la mujer, el niño y el abuelo. Y aunque ese modelo familiar pueda haber cambiado mucho de la década de los 60 a la actualidad, el reflejo social que nos plantea Berlanga en ese espejo que es «El Verdugo» no ha cambiado demasiado, creo yo.
De este modo he interpretado yo esta película, como metáfora de un modelo social (el nuestro), con sus rasgos de entonces, pero, como decía, con muchos puntos en común con la actualidad. Que por lo que leo, igual no era ese el objeto más específico del director; evidentemente, podía ser más gráfico el alegato contra la pena de muerte, muy valiente en plena dictadura franquista.
En fin, sea como fuere, una película que me enfebreció el otro día, con la que me reí mucho al estar aderezada con unos momentos delirantes, puro humor negro. Y no la había visto hasta el otro día, ay. La escopeta nacional, Plácido y ahora ésta. Que recuerde, son las tres pelis que he visto de Luis García Berlanga y, sin duda, ésta ha sido la que más me ha gustado o impactado, aunque el recuerdo que tengo de Plácido también es muy bueno y tengo que intentar revisarla.
Trataré de aprovechar la fiebre y espero seguir diciendo eso de ¡Qué cabrón, Berlanga! en la medida que avance en su filmografía.