LA FIEBRE. Los Hunos y los Hotros.

Miguel de Unamuno dirige una carta el 27 de noviembre de 1936, en plena Guerra Civil española y poco tiempo antes de su muerte, a Francisco de Cossío, periodista y académico con el que mantenía amistad, en la que, a modo de desahogo, expone su desazón por todo lo que se vive en España en esas aciagas fechas. En dicha misiva, califica a los contendientes como los Hunos – los rojos – y los Hotros – los blancos – (sic).

No es mi intención imitar al intelectual bilbaíno, ni mucho menos, ni creo que, a pesar del lenguaje belicista que se está produciendo estos días en torno a LA FIEBRE, esta situación se corresponda con la que reinaba entonces. Pero, a pesar de ello, sí quiero aprovechar esa expresión de los Hunos y los Hotros para desahogarme como Unamuno respecto a nuestra clase política. Una clase política sobre la que uno pensaba ingenuamente que sabría estar a la altura de las circunstancias en momentos como los que vivimos pero que, sin embargo, una vez más vuelve a decepcionar.

Una vomitona que no irá a ningún sitio para denunciar como Hunos son incapaces de asumir o reconocer errores o de ejercer un mínimo de autocrítica, jugando con el lenguaje o con los datos para edulcorar la tragedia; o como los hotros no ven más allá de la obtención de réditos políticos ante los que no dudan en valerse del dolor y de los muertos; o ver a los hunos preocupados por no perder comba y protagonismo en la poltrona, mostrando, en consecuencia, una preocupante falta de coordinación tan necesaria en momentos como éste; y a los hotros con su deleznable actitud cizañera, agresiva y destructiva que poco contribuye, a mi modo de ver, a sosegar a un pueblo que, ahora más que nunca, lo que necesita es que le transmitan un poco de calma; también están los hunos que enarbolan, una vez más, una bandera, su bandera, haciendo hincapié en sus hechos diferenciales como si el jodido bicho reparase en diferencias; y los hotros incapaces de dotar de medios suficientes a las y los profesionales que nos tienen que sacar de ésta, medios de protección y recursos para que se priorice la ciencia, y lo que es peor, que no asumen ese déficit y encima señalen a los propios afectados.

En fin. Que igual exagero y me he calentado mucho. Que igual, si me esfuerzo, otro día puedo escribir algo parecido rescatando solo las acciones positivas que realizan los hunos y los hotros. Pero hoy me sale esto. Será LA FIEBRE, que nos tiene a todos un poco a flor de piel. Y también será que la enésima decepción de nuestros políticos me ha hecho vomitar así en Cienfiebres. De hecho, para rematar la pota, traslado aquí un fragmento de la carta de Unammuno a la que me refería al principio:

Y así, entre los hunos y los hotros están ensangrentando, desangrando, arruinando, envenenando y – lo que acaso es peor – estupidizando a la patria.

PD: hoy va mi dedicatoria a todas las personas de la sociedad civil que a través de oenegés o asociaciones o clubs o lo que sea sí se están partiendo el lomo para ayudar a sus iguales en esta situación.

Barakaldo, 17 de abril de 2020.

* ¿La imagen? de mis Paredes que Hablan.

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