Gabinete Caligari: «Camino Soria». Mi Banda Sonora.

“Son muy buenos. Empieza por G”. Una especie de cuestionario, de juego de concurso de preguntas y respuestas que yo le hacía a mi hermano mayor cuando yo rondaría la tierna edad de 9 años. Una contestación sencilla habida cuenta de que él, José, había inducido, sin pretenderlo, durante semanas, la propia respuesta: Gabinete Caligari.

El, por aquel entonces, nuevo disco de Jaime (de) Urrutia y compañía había sonado sin parar en el vetusto radio-cassette de casa. Y las loas y parabienes a ese “Camino Soria” eran el acompañamiento habitual a cada escucha. Y yo, influenciado por las opiniones de mis hermanos, secundaba. Me adhería a los halagos mientras imitaba a Urrutia, air-guitar incluída, usando el picaporte de la puerta de la sala como remedo del micrófono. Aprendiendo las canciones del mencionado álbum.

“Camino Soria” quedó relegado en mi adolescencia al marasmo. Quizá, al principio, lo escuchaba como podía escuchar el “Tren de largo recorrido” de La Unión, esto es, en la intimidad del hogar y sin admitir públicamente o entre mi círculo de amistades que lo hacía. No podía reconocer que me gustaba algo que le gustaba a mis hermanos. Aún más, con el pistoletazo de salida a mi melomanía, derivado por el advenimiento de aquello que fue el brit-pop, no podía abrazar un disco cantado en castellano, con bastantes guiños que yo entendía como folclóricos o con unos miembros, los de Gabinete, con un look que se alejaba muy mucho al de mis, por entonces, nuevos héroes.

A pesar de todo, “Camino Soria” me seguía pareciendo un discazo absoluto y ese sentimiento, esa certeza, me llevó a comprármelo en un momento en el que compraba cosas muy alejadas de ello. Ahí ya contaba con más años y empezaba a admitir, tímidamente, lo que me gustaba ese disco. Mi sorpresa fue cuando, en un determinado momento, empecé a conocer y coincidir con respetadas voces de mi entorno musical que también se jactaban de admirar a los Caligari.

Ahí, ya sí, eliminé el ‘guilty’ y me quedé exclusivamente con el ‘pleasure’. Pero, a pesar de ello, parecía que para ser verdaderamente pata negra, debía uno referirse a la época más oscura del conjunto madrileño, a sus trabajos previos en escuderías independientes, a su sonido más oscuro, más new wave. “Camino Soria”, en definitiva, seguía pareciendo, en determinados círculos y en cierta forma, menor por el hecho de que se editó en una major y porque triunfó comercialmente. O, al menos, eso me pareció percibir a mí.

Y sí, por ejemplo, ese “Cuatro rosas” previo es una jodida maravilla pero, no sé, creo que sigue lejos de “Camino Soria”. Y lo digo no sólo porque, en cierta forma, este trabajo haya formado parte de mi banda sonora personal y biográfica sino porque desde el tema que lo abre, los “Pecados más dulces que un zapato de raso” hasta la homónima canción que lo cierra, “Camino Soria”, todas y cada de las nueve son auténticas joyas, con magníficas historias detrás, perfectamente conjuntadas y musicadas. Una colección de canciones que hacen que para mí, el exitoso “Camino Soria” pueda/deba ser incluído en un top ten de los mejores discos españoles de la historia. En el mío, evidentemente.

Y sí, esto es Cienfiebres. Y ayer, 14 de febrero, salió a la venta “Camino Soria”, el libro, editado por Contra y escrito por el que fuera batería de la banda, Edi Clavo, ya presente en mi estantería. Hagan, por tanto, la cuenta para comprender lo escrito hasta aquí. De hecho, se me podría tachar de oportunista o facilón al sumarme hoy a una ola que se compone de muchas opiniones positivas de fans irredentos, advenedizos varios o personalidades volubles, como la mía. Es más, releyendo lo plasmado antes de darle a publicar, no creo salir bien parado en esta especie de confesión en la que me puedo llegar a presentar como una veleta que se ha movido según como soplase el viento, demasiado pendiente de las opiniones de los demás, siempre, quiero pensar, dentro de unas edades en las que esto puede llegar a ser lo más normal del mundo entre la mayoría de la gente. De hecho, mentiría si dijese que con este álbum ha sido la única vez en la que he bandeado. Qué va. Puede haber – hay – más vaivenes así.

Lo que sí digo, aquí y ahora, ya para acabar y como testimonio de ello queda este escrito que quedará perdido en la ingente e inabarcable red de redes, lo que sí sentencio, decía, es: no volveré a renegar de “Camino Soria”, por más que (no lo descarten) surjan voces en el futuro que lo vilipendien a raíz del libro de Clavo y la promoción del mismo, amén de la próxima reedición de lujo que va a salir, voces que buscan la distinción y que, en pos de ella, son igual de volubles que el abajo firmante. “Camino Soria” es un clásico atemporal e histórico, digan lo que digan.

Gracias, José.

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