Comics – Tebeos [Listas Tontas]

Hoy se ha inaugurado en la localidad vizcaína de Getxo la XVI edición del Salón del cómic de dicho municipio. Como en los últimos años, mañana a la mañana un grupo de amigos ha organizado una expedición a dicho espacio. Una excursión a la que, en principio, me apuntaré. Este hecho me ha llevado a pensar en mi relación, de unos años a esta parte, con este género: el del cómic, la historieta, la (sofisticada) novela gráfica, el tebeo.

Echando la vista muy atrás me vienen a la cabeza imágenes de ajados ejemplares, en formato apaisado, del Capitán Trueno. Supongo que eran propiedad de mis hermanos y sé que me gustaba ojearlos pero no tengo el recuerdo de que me apasionasen. Sí lo hacían, en cambio, los Mortadelos. Me encantaban, además, los finos números compuestos por una sola historieta. Los prefería frente a los Súper Humor, no sé por qué. Me flipaban los números que el gran Ibáñez dedicaba a los mundiales o a las olimpiadas. Me destenillaba con los disfraces de Mortadelo, con las metidas de pata de Filemón ante el Superintendente Vicente y los desvaríos pseudocientíficos del profesor Bacterio.

En la «liga Ibáñez» también me gustaban bastante Pepe Gotera y Otilio y Rompetechos aunque no llegaban a la fiebre de los Mortadelos. Y también en el ámbito de estas historietas de humor, me cayeron y me leí unos cuantos ejemplares de los personajes del otro dibujante consagrado de la época en España: Escobar. Eso sí, admito que aborrecía a sus exitosos Zipi y Zape. Me parecían, ya de pequeño (o, al menos, justo antes de la adolescencia) una cosa como muy simple, naif, no sé… no acababan de hacer gracia sus historias y, normalmente, me parecían repetitivas. De otros de sus personajes, como Petra, criada para todo o el bueno de Carpanta, guardo mejor recuerdo; en el caso de la primera porque recuerdo que mi abuela me los compraba por el mero hecho de que la protagonista era tocaya de ella y, en el caso de Carpanta, porque su sufrimiento para llevarse un bocado a la boca sí que me resultaba irrisorio (siempre que pienso en Carpanta me viene a la cabeza la imagen de una langosta como epítome de la inalcanzable comida de lujo para el paupérrimo personaje de Escobar)

En fin, que los nombres señalados fueron los primeros tebeos que se cruzaron en mi camino y que me acompañaron, en mayor o menor medida, hasta mi adolescencia, etapa en la que abandoné casi totalmente el mundo de la viñeta, salvo puntuales excepciones de entre las que me gustaría destacar el fantástico «El señor de los chupetes» de Súper López, el mítico personaje de Jan. Pero, como decía, en aquellos lejanos años pubertos, el cómic desapareció de entre mis intereses.

Y, con ese amplio paréntesis, llegamos a una época en la que el género renace o resucita para mí. Y lo hace, creo yo, coincidiendo con la buena prensa que un nuevo concepto estaba adquiriendo: la novela gráfica. Es como si, de repente, el tebeo de siempre se sofisticara o, si me lo permiten, se intelectualizara. Temas profundos, novela negra, historias personalísimas, comics de autor… y no es por dármelas de guay pero, al principio, desconfié. Veía algo impostado en el hecho de que todo el mundo empezase a reivindicar un género que yo, inculto de mí, sólo asociaba a unos momentos y a unas temáticas… pero, sea como fuere, arrastrado, como tantas otras veces, por la(s) tendencia(s) y por las fiebres de gente de mi alrededor, acabé cayendo. Y en esa (fantástica) caída, lo primero que me llamó la atención fue la facilidad de lectura y la riqueza de matices y de estructuras que encontraba en ellos, tanto en los guiones como en los dibujos y, a partir de ahí, comencé a descubrir fantásticas historias y, por tanto, el cómic pasó a engrosar una buena parte de mis recurrentes fiebres.

Dicho lo cual, como podréis advertir los desafortunados incautos que hayáis leído esto, no hay presencia en esta personal pseudo-trayectoria con el mundo del tebeo-cómic-novela gráfica de obras relacionadas con super-héroes, CIMOCs, Conans o mangas. Sé que esto será un gran pecado para muchos ortodoxos del género pero, a decir verdad, esas temáticas o estilos apenas me atraen, a pesar de que hay quienes me insisten en que pruebe, como si de experimentar con una nueva droga se tratase, y de que algo de manga ya he catado (y además me ha gustado) Dicho lo cual, tampoco descartemos futuribles acercamientos a esos sub-géneros.

En fin, no me extenderé más en esta especie de egocéntrica retrospectiva comiquera porque, al fin y al cabo, la idea de incluir este post en las desérticas Listas Tontas es la de traer 10 títulos que, en este tiempo, tanto el más pretérito como el más actual, de alguna u otra forma me han impactado, me han llegado, me han entusiasmado… me han enfebrecido. Ahí van.

  1. El arte de volar. Antonio Altarriba / Kim.
  2. La casa. Paco Roca.
  3. Serie Los Mundiales – Mortadelo y Filemón. Ibáñez.
  4. Persépolis. Marjane Satrapi.
  5. La cumbre de los dioses. Jiro Taniguchi.
  6. Intrusos. Adrian Tomine.
  7. El ala rota. Antonio Altarriba / Kim.
  8. Arrugas. Paco Roca.
  9. Blankets. Craig Thompson.
  10. Los surcos del azar. Paco Roca.

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