Nueve canciones de 28 guardadas este pasado mes de marzo han sido las seleccionadas para cerrar este segundo y último episodio dedicado a las novedades musicales que más he disfrutado en dicho periodo.
9.- The Drums: «Blood under my belt». Tuve mi fiebre con esta banda neoyorkina y su primer disco. Y mi señora aún más. Fiebres que me llevaron a regalarle a la dueña unos días de asueto en París y una entrada para verles en la capital francesa aprovechando que The Drums tocaban en la sala Bataclan. Y del mismo modo que la fiebre apareció, se fue casi para no volver hasta ahora, que vuelven con el pedazo de hit que es «Blood under my belt» dejando un resquicio entreabierto para que la temperatura por ellos vuelva a subir.
8.- Beach Beach: «Scrolling down». De estos chavales oí hablar bien en su momento pero no les presté la debida atención. En la gira de TFC les telonearon y en ese siempre difícil papel de aperitivo previo al plato principal, me dejaron buen regusto. Un buen sabor que he reafirmado con este gran tema que es «Scrolling down».
7.- The Lunar Laugh: «Living a lie». La dosis de sol de la costa Oeste que este cuerpo serrano necesita cada mes (y a veces cada día), de pop de guitarras delicioso, de folk-pop pluscuamperfecto, etcétera. Vaya disco más bonito es «Mama’s boy», joder. No queda otra que agradecer a Pedro Vizcaíno y su sello You are the Cosmos esta labor por descubrirnos cotidinamente la belleza en forma de canción redonda.
6.- Tachenko: «Armagedón». Hablando de Vizcaíno, me acuerdo de Zaragoza y si hablamos de la capital maña pienso en Tachenko, un grupo que siempre estuvo ahí pero al que, también lo reconozco, nunca le presté la atención que merecen hasta que el año pasado me reencontré con su buen hacer cuando les trajimos a las segundas NPP. Desde entonces, sabedor de que estamos ante gente maja y honesta y con un gran gusto a la hora de hacer discos de pop, trato de hacerme con su obra y de seguir sus evoluciones y es por esto que, con álbum nuevo en el mercado, «Misterios de la canción ligera», había que escucharlo y, obviamente, pues me ha conquistado.
5.- Real State: «Diamond eyes». Unos que ya me conquistaron (y de qué forma) con su anterior trabajo, «Atlas» (segundo mejor disco de la cosecha 2014 en Cienfiebres, ojo) fueron Real State, gracias a su preciosismo, su sensibilidad y emotividad, parámetros que, afortunadamente, parece que se están empeñando en repetir, al menos así lo demuestran en su regreso con el LP «In mind» que contiene temas tan buenos como este «Diamond eyes».
4.- Vanishing Twins: «Telescope». Volviendo al episodio I de mi banda sonora del mes de marzo, en él señalo que la culpable de que me haya pegado la fiebre por Broadcast ha sido esta banda, Vanishing Twins. Este tema, «Telescope» en cuestión me parece una fantástica y lisérgica maravilla, de las de guardar y no propagar el secreto, aunque hay que reconocer que el resto del disco le desmerece a esta canción.
3.- Wire: «Short elevated period». Y yo que pensaba que estos históricos regresaban tras tropecientos años y resulta que no, que por ahí seguían y, además, lo hacían en buen estado de forma, como así lo demuestran en su nuevo disco, cuyo primer adelanto me enganchó hasta tal punto de saber que iba a hacer podio en mis fiebres de este mes. Porque vaya tema, señoras, vaya tema que es «Short elevated period».
2.- Robyn Hitchcok: «Mad Shelley’s letterbox». La plata se la han disputado hasta el final el señor Hitchckok y Wire pero finalmente se la entrego al británico porque en este tema logra recoger de una forma inmejorable algunos de los mejores sonidos que pueblan el pop históricamente: esas guitarras power poperas, esos guiños sixties psicodélicos, ese nervio nuevaolero… En fin, uno de los himnos de lo que llevamos de 2017.
1.- Havoc: “Siberia”. Cienfebrismo, sí. Los donostiarras se llevan el dudoso honor de componer la mejor canción (inscrita en un pedazo de disco) del mes de marzo para un Cienfiebres por una sencilla razón: porque me han proporcionado un chute de nostalgia (ese sentimiento que tanto nos gusta a todos por mucho que algunos se empeñen en negarlo) pielgallinesca. Escuchando “Siberia” me he retrotraído a una época en la que el “Tejido de felicidad” era uno de los discos que más escuchábamos en la lonja; un momento en el que pague una pasta por el “Sensazione” de Flow; días en los que nos íbamos a Basauri (cuando nadie tenía coche ni había metro) para ver, junto a cuatro pelagatos más, a La Habitación Roja; o me recuerda el bolo de Los Planetas en el Azkena de Vitoria y la brutal farra que nos corrimos esa noche o el de Sexy Sadie en Sopelana y tres cuartos de lo mismo; o me hace revivir como le insistía a Ana para que escuchase el “Evolution” de Mercromina; o cómo quemé aquel recopilatorio llamado “Ruido” con, supuestamente, los grupos del momento de esa etiqueta que entonces era mucho y ahora no es más que algo manoseado hasta la extenuación llamada Indie… pues eso, Havoc han conseguido hacer que sienta algo como lo que sentía hace veinte años (y alguno más) y eso ya ha sido la hostia.
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