Alberto Romero era camarero del Tubo cuando el Tubo era nuestra segunda casa, la primera si caía en viernes o sábado. A Alberto Romero, también conocido en aquella época como Hueso, le gustaban mucho los Manic Street Preachers, pinchaba «Slide Away» si le pedías una canción de Oasis y criticaba duramente a los Charlatans en presencia de su compañero de barra y ferviente admirador de los mancunianos, Santi. El mundo del pop, como ven, era uno de los temas recurrentes cuando el Tubo se llenaba de gente y a Alberto le tocaba puerta. Pero si había una temática central o fundamental en una tertulia con Alberto Romero ésta era el Barakaldo CF.
Mientra trasegábamos cervezas y fumábamos pitillos junto a la entrada del bar, se analizaban los últimos resultados, la línea de juego del equipo, los planteamientos de quien por aquel entonces ocupara el banquillo de Lasesarre, próximos rivales, aspiraciones y demás. La radiofónica voz de Romero insuflaba a su discurso una cátedra ante la que, muchas veces, al resto no nos quedaba más que callar. Quizá por ello, no me costó demasiado creerle cuando dijo, hace ¿15, 20? años, que algún día sería presidente del Barakaldo CF.
Si hicieran un biopic de la legislatura de Alberto Romero al frente de la nave gualdinegra, la primera escena debería ser esa. O quizá debería ser una en la que se le recordase como miembro destacado del Colectivo Gualdinegro. O quizá una en la que se le representase yendo al viejo Lasesarre acompañado de su padre, figura a la que el todavía presidente del Barakaldo se ha referido en multitud de ocasiones desde que ocupó el sillón presidencial del club. Cualquiera de las tres.
Cualquiera de las tres representa bien el tipo de mandato que ha ejercido durante estos últimos cuatro años Alberto Romero. Una dedicación desinteresada motivada por una pasión, por una afición a unos colores. Ha habido sinceridad en su proceder. Este talante unido a una buena gestión ha propiciado que el balance de su legislatura recabe más éxitos que decepciones. Pocos confiaban en él y en su junta porque, quizá, la imagen no parecía tan profesional como otras. Y ya ven, los prejuicios de sus detractores quedaron tapados a las primeras de cambio, ascendiendo en el primer año de 3ª a 2ªB, algo, créanme los que no controlen bien de estas categorías, francamente difícil.
Y es que no podemos olvidar que cuando Alberto Romero resultó elegido como presidente del Barakaldo CF, el club se hallaba inmerso en una profunda crisis, tanto deportiva como económica. Y resulta que, también en ese ámbito, Romero y su equipo revirtieron la situación, sanearon las deudas y dotaron a la entidad de una estabilidad envidiable en los tiempos actuales.
Estos dos aspectos, por sí solos, darían para evaluar positivamente su gestión. Pero, además, tras el ascenso de categoría, los tres años siguientes se ha estado merodeando los puestos nobles, los puestos a los que estábamos acostumbrados hace años. Se ha incrementado el número de socios y, al menos bajo mi punto de vista, se ha recuperado una cierta cohesión social e institucional, amén de hacer más presente al equipo del pueblo entre el propio pueblo.
¿Que igual este año o el pasado tendríamos que habernos clasificado para el playoff? Quizá, no lo sé (de hecho, para este año aún hay opciones), aunque cabe recordar que el fútbol, como deporte que es, no es una ciencia exacta y que además de tu equipo y sus características, intervienen otros muchos factores, entre ellos otros 19 equipos que compiten contigo.
En fin, claro que su gestión ha podido ser mejorable y que ha tenido fallos, pero creo que la mayor parte de la gente que vivimos y sentimos este club evaluamos con un notable alto lo realizado por Alberto Romero y su junta directiva durante estos cuatro años.
Cuatro años desde que nos abrazásemos en Lasesarre al saber que acababa de ganar las elecciones a la presidencia de su equipo. No sé cuántos años desde que vaticinase ese hito. Y ahora su etapa llega a su fin. Gracias, Alberto. Te quedan uno o dos partidos en el palco de Lasesarre. Si puedes, disfrútalos. En pocas semanas, las corbatas regresarán a ese lugar, como me decía el otro día el amigo Ángel. Vuelven las corbatas pero no vamos a pecar de prejuiciosos como muchos pecaron cuando lo que llegaban eran camisetas de Porco Bravo o de los Clash. Evaluemos dentro de cuatro años a la que se barrunta como nueva directiva del Barakaldo CF, capitaneada por Orlando Sáiz, y mientras apoyémosla. Confío en que si Sáiz y su gente tienen un pasado y un sentimiento sincero hacia el Barakaldo como el que ha tenido, tiene y tendrá Romero, los éxitos llegarán. Toda la suerte a esta gente y a Alberto Romero, de nuevo, gracias.
PD: la foto que encabeza este artículo se la hice a Alberto Romero para sendas entrevistas que me concedió para VAVEL, entrevistas que puedes leer aquí y aquí.
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