Hasta el día 11 sin banda sonora o, dicho de otra manera, sin escuchar disco alguno, canción alguna. Una rutina demasiado intensa basada en la asistencia al hospital para acompañar al padre, cuidar de Nicolás y otros quehaceres para los que no me he esforzado – porque, realmente, si hubiera querido, supongo que habría sacado el hueco para ponerme unos auriculares – en escuchar música. Sí me levanté el martes 10 con un tema en la cabeza («Good nough» de Dodgy) pero no me llegué a poner el disco correspondiente y me conformé con anotarlo en mi libreta para que ahora aparezca reseñado aquí.
Ayer dieron el alta a mi padre. Bueno, más bien le han mandado a casa a seguir recibiendo la misma atención que recibe en el centro hospitalario pero en el domicilio. Qué duda cabe que está mejor ahí. Una novedad que nos vuelve a acercar a todos a la rutina. Una novedad rutinaria. Curioso. Había que ponerse un disco para celebrarlo. Un disco para retomar la rutina de mi banda sonora. «Revolución solar» de Charades. No preguntéis por qué ya que de revolucionario había poco.
Esta fue la banda sonora de mi 11 de febrero de 2015.
Zafarrancho de combate doméstico. Limpieza general. Ana, Nico y yo. Y el «Sunbathing animal» de Parquet Courts de fondo. Mola. Luego cogí el coche para ir a ver a mi padre. El «Lonerism» de Tame Impala para la ida y para la vuelta. Espanto, de nuevo, en Spotify para ir a currar. Y el resto de la jornada escuchando playlists de la mencionada plataforma o, más bien, actualizando sin parar una en la que pretendo recoger toda la discoteca de mi casa. Ya os la compartiré.
Y esta ha sido la banda sonora de mi 12 de febrero de 2015.