Los días de Birmania

birmania

Ayer me acordaba de Coruña a partir del hallazgo de una libreta. Hoy rememoro Myanmar, antigua Birmania, tras revisar algunas fotos de aquel viaje que realizamos en 2009. Asimismo y dado que hoy no es el día ideal para extenderme a escribir nada nuevo u original en el ordenador (porque, estoooo, es mi cumple), también he recordado que escribí algo al respecto en Narradores y he buscado dicho texto para, con alguna que otra modificación respecto al originario (el cual, como ya os dije, no podréis leer), compartirlo aquí.

(…)

Myanmar, la antigua Birmania.

Un país impresionante por su cultura, por sus ritos, por un hermetismo que, desde un punto de vista positivo, hace que mantenga buena parte de las costumbres asiáticas tan alejadas para nosotros y, a día de hoy, también lejanas para otros países vecinos como, por ejemplo, Tailandia. Desgraciadamente, este hermetismo al que nos referimos también tiene su lado negativo, representado firmemente por la junta militar que rige el país con mano de hierro y que coarta demasiadas libertades a su población.

Ha sido un viaje plagado de experiencias fascinantes, maravillosas, en las cuales siempre ha habido un denominador común: la gente. Habíamos oído hablar y habíamos leído acerca de la hospitalidad y la amabilidad de los birmanos. También contábamos con las peculiaridades de una cultura que hacían referencia a prendas de vestir tradicionales (el longyi en los hombres) o cosméticos antiguos como la tanaka, pero pensábamos que esa amabilidad, esos longyi y esa tanaka estaban reservadas a reductos dirigidos a los turistas, donde todo era plástico, donde nada era de verdad.

Afortunadamente, estábamos equivocados. Del mismo modo que casi todos los hombres visten esa especie de falda llamada longyi, que la mayoría de las mujeres y los niños van maquillados con tanaka, la forma de ser de los birmanos emociona por su ingenuidad, inocencia, amabilidad, por unas sonrisas sinceras…

Lo hemos comprobado cuando nos han invitado a pasar a su casa; cuando hemos participado en el acto de dar de comer a monjes budistas en el gigante monasterio de Amarapura y, posteriormente, la familia anfitriona nos ha insistido en que comiésemos con ellos; cuando nos han pedido que nos dejásemos sacar fotos por un grupo de campesinos que no habían visto occidentales nunca; cuando nos han invitado a merendar en una pagoda en Yangon… En fin, momentos irrepetibles y extraordinarios que jamás podrán ser borrados de mi memoria.

Algo parecido le debió ocurrir a, nada más y nada menos, George Orwell. El célebre escritor británico, autor de las míticas ‘1984’ o ‘Rebelión en la Granja’, vivió en Myanmar cuando el país aún se llamaba Birmania y era colonia británica. La temporada que Orwell pasó en el estado del sudeste asiático quedó plasmada en una de sus primeras novelas, ‘Los Días de Birmania’ (‘Burmese Days’), en la que, además de describir cómo era este país, Orwell lanza un alegato anti-imperialista.

La verdad es que no conocía esta obra hasta que no he estado en Myanmar. Y allí la he conocido porque muchos niños la vendían por la calle en su edición en inglés. Como me ha pasado en otros viajes y ante otras experiencias impactantes, mis días en Birmania me están motivando a hacerme con un ejemplar del libro de Orwell o a leer cualquier otra cosa sobre este maravilloso país.

Escrito el 18 de agosto de 2009.

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