Me permito el lujo de imitar a mi admirado Holden Caulfield, en este caso en su rol de cronista deportivo sentimental, y le imito titulando este artículo con el nombre y el apellido de un deportista, futbolista para más señas. Zinédine Yazid Zidane, también conocido como Zizou. Sobran las presentaciones, ¿no?
Cannes, Girondins, Juve, Real Madrid. Campeón del mundo con Francia. Campeón de Europa. Un Fred Astaire sobre el verde. Todo elegancia. Todo plasticidad. Un 10 de libro. Un mediapunta listo, inteligente, con visión y misión. Con magia. Con mala leche. La Roullette. El gol de Glasgow. El cabezazo a Materazzi.
Nunca me generó especial simpatía. De hecho, no creo que se le pueda calificar como simpático. Tampoco era el típico jugador chulo, sobrado. Destilaba, a mi modo de ver, cierta indiferencia. Emanaba poca emoción (salvo en la mencionada agresión de la final del mundial de Alemania) Pero era un fuera de serie. Es así. Zinedine Zidane es uno de esos jugadores que podría entrar casi con toda seguridad en el top 10 de mejores jugadores de los últimos 50 años (mira, un día podría ponerme a hacer una lista de esas)
Este domingo, 5 de octubre, a las 17:00 horas, el ex-jugador francés de origen argelino va a vivir un hito más en su carrera profesional, en este caso como entrenador (¿como entrenador? ¿seguro?) del Real Madrid Castilla: sentarse en el banquillo de Lasesarre.
LA JORNADA
Así es. Un Barakaldo líder recibe a un Castilla colista. Y aquí uno que no se fía un pelo de la diferencia que marca la tabla clasificatoria. Yo no he visto jugar al equipo de Zizou pero entiendo que para llegar a ser futbolista en el primer filial del Real Madrid tiene que haber mucha calidad y, por tanto, el Castilla, a la fuerza, tiene que ser un equipazo. Otra cosa es que será un equipo muy nuevo y que aún esté en fase de acoplar la futura constelación. Fase que, esperemos, no haya terminado de hacerse de cara a este domingo.
Uno de mis miedos para este partido es que Lasesarre es un campo que, por sus dimensiones, a buen seguro, les vendrá muy bien. Otro es el hecho de que el Baraka se relaje sabiéndose líder (aunque también lo pensé en el partido contra el Leioa y no pasó) y, por último, me atemoriza pensar en clave estadística y dar por sentado que, tarde o temprano, tendremos que perder un partido o el Castilla vencer fuera de casa.
En fin, todos estos miedos, al final, no dejan de ser un mecanismo de defensa psicológico que funciona de forma que si ganamos me llevo un alegrón de la pera y si perdemos para decirme a mí mismo y a los que me rodean algo así como «¿veis? Os lo dije» (el clásico epitafio de un hipocondríaco)
Hablando de la hipocondria como neurosis… Neurótico me tiene el Liverpool. Ni liga ni Champions ni nada. Se ha caído contra el Basilea. Se empató en casa en el Merseyside Derby. Ocupa una preocupante decimocuarta posición (aunque se está a tres puntos de la cuarta plaza, dato que describe muy bien lo que es la Premier) Los nuevos fichajes (en especial la incorporación estrella, Ballotelli) no acaban de funcionar y el equipo, en general, no transmite buenas sensaciones.
Cuesta entender, con todo, un cambio tan radical de lo que fue la campaña pasada a lo que está siendo ésta (tampoco quiero pecar de dramático habida cuenta de que la de este fin de semana será la séptima jornada) habida cuenta de que la única baja significativa fue la de Luis Suárez. Quizá la lesión de Sturridge también se esté dejando notar en exceso. No lo sé. Lo único realmente cierto es que los de Brendan Rodgers tienen que reaccionar ya y tienen que hacerlo mañana, a las 16:00 hora española, en Anfield frente al West Bromwich Albion. No queda otra si no quieren que la cosa empiece a enrarecerse demasiado. Confío en que sí, en que mañana se obtendrán los tres puntos.
Disfruten del fin de semana.
* La foto la encontré aquí.
Pingback: A las duras (muy duras, durísimas) y a las maduras (que lo serán un poco si ganamos el derby de Ezkerraldea) | 100 Fiebres