Un disco de un extraño sello en un atiborrado estante de un no menos lleno centro comercial. Un centro comercial no es muy propio de la Generación pero, a veces, llevados por el insaciable deseo de descubrir nuevos productos culturales, sus rekmerianos huesos terminan en este tipo de sitios. Un disco, decíamos, de una banda desconocida de la que apenas se han leído referencias en revistas especializadas. La nueva gran esperanza blanca del pop patrio. Guitarras cristalinas, muros de sonido. Etcétera. Puede llegar a ser agotadora la neolengua de determinadas disciplinas.
Pago con tarjeta y a casa. Una nueva referencia que llena el atiborrado estante de la Generación. Una discoteca particular a la par que comunal. Porque como tal habrá que tratar a la necesidad imperiosa de compartir lo que han significado las escasas dos escuchas de ese vinilo (claro) a través de una red social, online u offline.
Dos escuchas a las que habrá que sumar cuatro o cinco más para, posteriormente, regresar a los clásicos, a sus clásicos, para, en definitiva, que la nueva adquisición quede olvidada y sirva, sólo ya, como una muesca más de experiencia musical. Para ampliar el currículum sonoro de la Generación y que luego, cuando ésta estalle, nadie pueda atacarla acusándole de no haber prestado atención al enésimo disco del año. No, ahí no les pillan. Rekmer tendrá un amplio argumentario para rechazar, razonando, la generalizada filiación al mismo. La generalización no es filia, si no fobia y, por ende, la generalización de esta máxima también lo será. Una filosofía enrevesada y contradictoria que describe a la Generación. Difícil de entender, quizá, pero ahí está la gracia, ahí puede encontrarse una de las características que le hagan trascender.
En capítulos anteriores de Generación Rekmer… Intro y Deportes y Medios de Comunicación.