Por si acaso alguien, dentro de cien años, leyera ésto, que no se diga que el cuaderno de notas febril del que abajo firma no hizo ni una sola mención al hito de la abdicación de Juan Carlos I, el rey de España, el jefe del estado que sustituyó a un dictador, durante 39 años, con el beneplácito y la aprobación de éste.
Dudo, por otra parte, que vaya a escribir algo que no se haya dicho ya en los ríos de tinta y de bits que durante estos días se han vertido en diferentes mentideros pero, aún con todo y más allá de que la noticia me sirva para volver a practicar la escritura en este cuaderno, diremos que…
… Histórico. Ciertamente, con el anuncio de Juan Carlos I de ceder el trono en la persona de su hijo, Felipe, que será sexto, uno volvió a tener esa sensación de vivir un momento que quedará registrado en los libros de historia que nuestra descendencia leerá en el futuro.
… Pesadez. Amén de esa sensación ególatra de vivenciar la histórica noticia, la primera sensación que me dejó el anuncio de la abdicación fue la de la expectativa de pesadez. De pesadez ante el ingente caudal de homenajes, noticias, reportajes, columnas, perfiles, especiales… que se cernían sobre nuestras cabezas en torno a la figura del ya depuesto monarca y su hijo. Dos días después del anuncio, las expectativas se están cumpliendo con creces. Casi que preferiría que siguieran hablando/despotricando sobre Pablo Iglesias o que empezase el mundial de fútbol de Brasil del que me había poropuesto, recordarán, no escribir.
… Frustración. La abdicación de Juan Carlos I no es motivo de alegría. No, al menos, para mí. La saga continua. Le sustituye Felipe de Borbón. Ergo, una, a mi juicio, institución tan anacrónica, caduca y antidemocrática como es la monarquía continuará definiendo el modelo de estado de España y asumiendo la jefatura del estado, por muy constitucional o parlamentaria que sea.
Una institución que, como ya he dicho al principio, heredó sus privilegios de poder directamente del dictador que interrumpió la República vigente gracias a un golpe de estado, gracias a una guerra y a una represión que vino a durar, casualmente, los mismos 39 años que el reinado de Juan Carlos. Una monarquía, como buena monarquía, hereditaria entre los de su estirpe, sin otorgar el derecho de elegir a su pueblo, nada más y nada menos, al máximo dirigente de su país, sea éste más o menos ejecutivo, y contando con derechos y privilegios como la inviolabilidad ante la ley o el contar con unos presupuestos públicos para sus gastos por el mero hecho de nacer en una determinada familia.
Y sí, en la concentración por la República que se celebró el pasado lunes en la Plaza Arriaga de Bilbao, escuché de personas que pasaban por allí frases del tipo «qué más da monarquía o república, nos van a seguir gobernando impresentables«. A lo que yo respondería algo así como, «sí, vale, pero serán impresentables que habremos elegido en las urnas«. En esa misma manifestación, por cierto, también escuché algo así como «serán republicanas, pero son banderas españolas» en un tono nacionalísticamente molesto. Sí, la verdad es que nunca había visto tantas banderas españolas juntas en Bilbao en mi vida, aunque fueran con la franja morada.
… Molesto. Más allá de la saturación sobreinformativa, un nuevo privilegio derivado de la abdicación venía a agrandar mi molestia para con la institución monárquica: la extraordinaria rapidez, agilidad y sencillez desde la que se va a legislar el trámite sucesorio desde nuestro Gobierno. Una diligencia igualita igualita que con la que se suele proceder con el común de los mortales.
Y no hablemos ya del jabón que se da desde los mass media o grandes periódicos o grandes radios o grandes televisiones a la figura del rey saliente y del entrante desde aquí y hasta el próximo día 18, fecha prevista para la entronización de Felipe VI. La verdad es que si alguien tuviese que componer una imagen de España a través de lo que lee en los medios de comunicación de masas que en ella habitan, sin duda, el país sería netamente monárquico. Asimismo, si ese mismo ejercicio se hiciera echando un vistazo a medios minoritarios, de carácter online, o a las redes sociales, etcétera, la sensación sería radicalmente distinta y nos quedaría una España muy republicana. Esquizofrénico.
A lo mejor, para salir de dudas, se debiera convocar una cosa tan antidemocrática como un referéndum en el que la gente diga qué modelo de estado quiere, como así han reclamado algunos partidos políticos. Y sí, en realidad, el presidente del Gobierno ha dicho que se puede hacer siempre y cuando se plantee y se apruebe una reforma de la sacrosanta constitución. En este caso, Rajoy tiene razón. Cosas como éstas habrá que tenerlas en cuenta cuando nos vuelva a tocar ir a votar. Habrá que pensar si damos nuestro voto a quien sí propugna consultas de este tipo o a quien opta por que sigamos con la duda en función de qué medios o formatos informativos leamos.
En este sentido, también deberáimos pensar, llegado el caso, qué tipo de república querríamos porque también habría variedad: de derechas, de izquierdas, presidencialistas, asamblearias… Una vez más, con todo, la importancia de pensar antes de actuar/votar (o no votar). Pero, en todo caso, yo, partiendo con un ejemplo que ha recorrido Twitter estos días, preferiría una república presidida por, qué sé yo, Aznar que el reinado de Felipe VI. Al menos (y en teoría) al primero, se le podría echar desde las urnas.
… La Reina Letizia (con ceta) es fan de Los Planetas y de Supersubmarina. En fin, creo que va siendo hora de acabar y de ir desengrasando el tono de este post para la historia. Letizia Ortiz, divorciada e indie, será reina de España. Una muesca más a la que se pueden agarrar las huestes de jóvenes indignados que el otro día expresaron su malestar en las redes por el hecho de que con la noticia de la abdicación de Juan Carlos se suspendía la emisión de Hombres, Mujeres y Viceversa. Quién nos iba a decir, amigos, que una turba de seguidores del mencionado reallity serían los que más boletos contasen para conducir a España hacia la tercera República y serían, con todo, los que clausurarían un post pensado para dar testimonio a los habitantes del futuro de un momento histórico. Un post de historia para la historia.
Ale, ya.
Imagen tomada en la concentración por la República del pasado 2 de junio de 2014 en la Plaza Arriaga de Bilbao.
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